Fernando Vazquez Rigada

Fernando Vázquez Rigada
Septiembre 8, 2014

Peña ha aplicado, en sus dos años de gobierno, la fórmula con la que Bill Clinton rescató a su gobierno tras la desastrosa elección de 1994: la triangulación.

La estrategia fue ideada por el que era uno de sus principales asesores políticos: Dick Morris.

La triangulación consiste en tomar sólidamente el centro del espectro político y arrebatar a las oposiciones sus banderas. Arrancarle sus votos. Suprimirles su discurso.

Así, Clinton dio un viraje a su gobierno que le permitió la reelección. En sus dos primeros años, el presidente emprendió iniciativas que lo convirtieron en un liberal político: pretendió controlar la venta de armas, pretendió que se admitiera a homosexuales en el ejército, la emprendió contra las empresas farmacéuticas y el cártel médico. Los norteamericanos lo trituraron cuando se renovó el congreso. Entendió la elección. Volvió al centro y asumió como propias diversas reformas republicanas.

Enrique Peña ha logrado pasar once reformas centrales para el país porque ha usado lo mejor del priísmo para obtener lo mejor del PAN y del PRD.

Por eso las reformas se aprobaron con grandes mayorías, en unos casos, u holgadas, en otros.

Lo mejor del priísmo es su oficio político. Su olfato. Sus reflejos. Sus instintos de poder. El PRI tiene en su genoma la vocación de autoridad. El PAN, su impulso libertario, democrático y opositor. El PRD su convicción justicialista y distributiva.

Por eso, los hombres del presidente hicieron un trabajo excepcional en entender el sistema nervioso de cada partido opositor, elaborar un diagnóstico de los posibles aliados y de los sectores duros, calcular sus precios y negociarlos.

La primera jugada fue entender que el mercado político del congreso encarece los votos. La negociación se dio en corto, con las cabezas de los partidos. Por fuera del congreso. Hacerlo no torpedeaba el acuerdo. Al contrario: lo garantizaba. El PRI leyó bien la influencia de los liderazgos partidarios de Gustavo Madero y de Jesús Zambrano. Entendió las dinámicas de cada uno de los partidos y los capitalizó a su favor.

Por ello, las reformas de competencia, financiera, electoral, de amparo, de procedimientos penales y de transparencia, se realizaron con el concurso de los tres grandes bloques partidarios. También lo fue la de educación, que implicó una doble pinza: primero, el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo. Segundo, el mensaje de que se trataba de una reforma de estado, aprobada por todos los partidos y refrendada por todos los congresos estatales, con la excepción de un puñado. Eso despresurizó la posible oposición mayoritaria, aunque radicalizó a la CNTE.

Tanto PRD como PAN votaron por este bloque de reformas porque incluían sus temas. La gran habilidad negociadora del gobierno y sus operadores legislativos se basó en la posibilidad de incluir la agenda de todos en el marco de las prioridades presidenciales.

Las mesas de carambola se dieron en las reformas más polémicas.

La hacendaria, que tocaba las fibras sensibles de la clientela del PAN en las clases medias y el sector empresarial, se sacó con el concurso del PRD. Para ello, se apeló a su instinto de repartición de la riqueza. No sólo eso: se concedieron miles de millones de pesos al gobierno del DF: su principal bastión.

En la reforma energética, el PRI se alió con el PAN. Moderó la propuesta del blanquiazul pero le quitó todas y cada una de las banderas que había enarbolado por años. El PAN no podía votar contra su propia agenda. Eso sólo lo puede hacer el PRI, por su altísima dosis de cinismo.

Por último, en la reforma de telecomunicaciones, se usó la aplanadora de los liderazgos partidarios. Las facciones opositoras del PAN y del PRD fueron aisladas, en aquellos, y suprimidas, en estos, mediante una operación a través de los presidentes de los partidos.

Al levantarse de la mesa, todos ganaron. Madero mantuvo su presidencia. Zambrano le dio una influencia al PRD que no había tenido y es posible que logre, por primera vez, doblar a Cárdenas en una interna. Peña pasa a la historia como el gran reformador. Estrategia pura. Frialdad. Operación. Triangulación.

septiembre 8, 2014

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