Fernando Vazquez Rigada

Fernando Vázquez Rigada

 

El congreso de Veracruz definirá, en las próximas horas el futuro de la economía del estado. Hará algo más: constatará a quien sirve.

En el seno de la legislatura se discutirá si se aprueban dos medidas fiscales: incrementar de 2% a 3% el antes llamado impuesto sobre la nómina y desaparecer el impuesto del 2% al hospedaje.

Ambas son malas ideas. Perjudicarán el futuro de Veracruz, la generación de empleo y su crecimiento económico.

Aumentar el impuesto a la nómina encarece la generación de nuevos empleos. El patrón paga al estado esa tasa por cada empleo que genera. Hacerlo más caro, por tanto, implica poner una carga adicional a quienes generan las insuficientes fuentes laborales que son el sustento de las familias veracruzanas.

El incremento de tasas al impuesto al trabajo puede hacerse en economías robustas, sólidas y con ventajas competitivas que tienen garantizada la llegada de inversiones.

Nada de eso ocurre en Veracruz.

Como se ha dicho antes, la economía del estado está despedazada. Sirvan algunos botones de muestra:

El promedio de crecimiento de los últimos dos años ha sido de 0.5%. En un semestre completo, la economía se contrajo: es decir, decreció. Este año, el crecimiento en el primer trimestre, último dato disponible, fue de un raquítico 0.8%.

Por lo mismo, en el trimestre que va de abril a junio de este año, el estado perdió 18 mil empleos. Somos un destructor nato de trabajo.

Como refugio, los veracruzanos han tenido tres opciones. La primera: emigrar. Un millón de veracruzanos viven en Estados Unidos. La segunda: refugiarse en la informalidad: casi 6 de cada 10 veracruzanos viven de actividades informales. Tercera: sobrevivir. No sorprende, por tanto, que más de 400 mil veracruzanos hayan caído en la dictadura de la pobreza en solo dos años.

547 veracruzanos han entrado, cada día, a la pobreza en los últimos dos años.

Subir impuestos en estas condiciones es lanzarnos a la recesión y profundizar la crisis.

El impuesto genera alrededor de 2 mil millones anuales que, supuestamente, deben estar etiquetados para infraestructura. La realidad es otra. Desde hace años, el fideicomiso está sin flujo: drenados los recursos para tapar otros huecos.

¿Cuáles han sido las grandes obras de infraestructura que se han realizado en los últimos 5 años y que han costado más de 10 mil millones de pesos? ¿En dónde están? ¿Quiénes son sus beneficiarios?

Con esta medida, el gobierno pretende recaudar, entonces, alrededor de mil millones de pesos más. ¿Para qué? Para seguir tapando huecos. En lugar de poner orden y castigar la corrupción, se tasa a los contribuyentes cautivos.

Se dice que el incremento es para homologar nuestra ley con la del resto del país. Falso.

Los estados que más crecieron el año pasado tienen una tasa de 2% o menos. Aguascalientes creció 11.4% y tiene un impuesto de 2%. Querétaro: 6.2% de crecimiento, 1.6% de impuesto. Michoacán: 6.4% de crecimiento, 2% de impuesto. Guerrero, 5.7% de crecimiento, 2% de impuesto. Guanajuato, 5.5% contra 2% respectivamente.

Hay estados, en efecto, que tienen más del 2%, pero son economías que no padecen los problemas de Veracruz: el Distrito Federal y Nuevo León. Otros, que tienen un desorden financiero similar, como Quintana Roo. Y otros más, como el Estado de México, que ha sido propulsor de la pobreza. Entre el Estado de México y Veracruz, baste recordar, se generaron 1 millón 433 mil nuevos pobres, del total de dos millones del saldo nacional: una vergüenza.

Por su parte, el impuesto al hospedaje lo pagan mayoritariamente los visitantes. Nadie define un viaje por el impuesto local que le cobran. Quitar ese impuesto no beneficiará a los veracruzanos. Por el contrario.

El impuesto al hospedaje que pagan los turistas financia la promoción del estado en el resto del país. Parar la promoción es condenarnos a bajar el flujo de visitantes, lo que afectará el empleo y la llegada de nuevas inversiones.

Para demostrar que no hay relación entre la existencia de este impuesto y el desarrollo turístico, considérense los siguientes datos. Los líderes turísticos nacionales: en Quintana Roo (Cancún, Riviera Maya, Playa del Carmen y Cozumel), Guerrero (Acapulco, Ixtapa) Baja California Sur (Los Cabos) y Jalisco (Puerto Vallarta) el impuesto es del 3%, no de 2%, como aquí.

San Francisco tiene un impuesto al hospedaje del 14%. ¿Alguien deja de ir? ¿A alguien le importa? ¿Lo sabe?

La competitividad turística, el desarrollo de producto, la calidad en el servicio, la derrama económica no se da, ni se dará jamás, por un impuesto al hospedaje.

Decir lo contrario es pura demagogia.

En Veracruz, la recaudación del impuesto al hospedaje es de apenas 48 millones de pesos. En una maniobra mediática, se tira el anzuelo para que la gente ovacione con algarabía la quita de un impuesto que no paga, y se disfraza con lenguaje tecnocrático el incremento a un impuesto que sí afectará gravemente a la economía local.

Esos son los datos. Vendrá la decisión de los diputados.

Sobre ellos recae la responsabilidad histórica de definir el futuro económico de Veracruz.

Veremos si la bancarrota en este estado es sólo financiera o si también, fatalmente, moral.

 

@fvazquezrig

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