Fernando Vazquez Rigada

Fernando Vázquez Rigada

Felipe Calderón ha reaparecido en escena. Hace campaña. Da discursos. Arenga. Critica.

Al hacerlo, rompe con otra de las reglas del viejo sistema. El presidente que se va, lo hace para siempre.

Sólo Lázaro Cárdenas tuvo la estatura moral e histórica para mantenerse vigente en temas políticos, así fuera de manera más simbólica que activa.

La regla respondía a una lógica autoritaria del anciene regime. Todo el poder para un solo hombre, pero sólo por seis años.

En democracia, muchas de las viejas reglas quedan para el museo de antropología política del país.

Calderón tuvo graves errores y también aciertos.

Errores: su embestida contra el crimen, sin tener un diagnóstico preciso de lo que enfrentaba. La decisión de convertir a su gobierno en uno monotemático que sólo podía hablar de seguridad. La imposibilidad de convertir la estabilidad en crecimiento, el crecimiento en desarrollo y el desarrollo en equidad. La pequeñez de su gabinete.

Aciertos: Su manejo responsable de las finanzas públicas. Su vocación democrática de aceptar el resultado electoral y admitir ser rebasado por sus archienemigos (el PRI y Andrés Manuel López Obrador) y, sobre todo, su honestidad.

Cada quien debe hacer su juicio con respecto a su persona.

Sus errores sin embargo, fueron producto de decisiones personales. Esa es su potestad.

Un líder tiene dos obligaciones: tomar decisiones y evitar abusos.

Las decisiones pueden ser correctas o no. Los abusos son siempre imperdonables.

Walter Lipmann recuerda que las personas pueden perdonar al gobernante tomar decisiones equivocadas. Lo que no perdonan es que no se tomen decisiones.

Añadiría que tampoco perdonan que caigan en la tentación del abuso.

Se puede entender, aunque no se esté de acuerdo, en que un presidente opte por una política pública. Jamás se perdona la frivolidad, la irresponsabilidad, la corrupción.

Calderón tiene el derecho a presentarse en mítines panistas y más: tiene la posibilidad.
El derecho le asiste igual que a cualquier ciudadano.

Pero el tema es la posibilidad. Calderón hace campaña porque puede no legalmente, sino políticamente.

Tristemente, es el único ex presidente, con la excepción de Ernesto Zedillo, que puede apoyar a su partido.

El problema con Zedillo es que los priístas no lo consideran como uno de los suyos. ¿Podría el priísmo convocar a Luis Echeverría o a Carlos Salinas, sus dos expresidentes restantes vivos? Claro que no.

Es aterrador, pero ese es el saldo del ejercicio del poder de los últimos 45 años. Medio siglo perdido. Los expresidentes, salvo las excepciones señaladas, son lastres, cicatrices, contingencias.

@fvazquezrig

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