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¿POR QUÉ PERDIMOS?
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20 minutos

Votar toma unos 20 minutos. El día 2 definiremos la forma cómo viviremos en, al menos, las próximas dos décadas.
Sólo hay dos alternativas. El continuismo, que significa demoler la libertad y la democracia; también dar nuevo aliento a la sociedad con el crimen organizado.
El otro camino es el cambio, para tratar de fundar un nuevo país a través del estado de derecho, el combate al crimen desde una perspectiva internacional y la inauguración de un gobierno de coalición.
El continuismo está respaldado por 4 partidos y por el no voto. Los partidos: Morena, el Partido Verde, el PT y por MC. Votar por cualquiera de esos partidos es votar por Claudia Sheinbaum. No votar, también.
El régimen le apuesta a la necesidad, al miedo y a la apatía para triunfar. Nosotros sólo tenemos una opción: la participación valiente, entusiasta y libre.
Morena finca su potencia en un clientelismo de unos 20 millones de votos provenientes de los programas sociales. También, del yugo del crimen organizado en grandes franjas del territorio. Y le apuesta a que la gente no salga a votar, intentando generar la percepción de que la elección está decidida.
Pues bien: no lo está.
El gremio de encuestadores serios —los hay— sabe dos cosas: hay una sistemática sobrerrepresentación de Morena, y hay un voto sin detectar en zonas urbanas y clases medias. Eso ha ocurrido en varias elecciones recientes.
Hay una hipótesis adicional: los gobiernos de Morena son tan estridentes, polarizantes y atemorizantes, que podría existir un fenómeno llamado la espiral del silencio. La mayoría permanece callada frente a la gritería de los seguidores del oficialismo. De ahí que la no respuesta —sea no responde o indecisión—sea aún alta.
Veremos.
Lo cierto es que en los cuartos de guerra de todo el país se está registrando un fenómeno: la elección presidencial y las principales gubernaturas se están cerrando.
Eso implica que, en caso de que se rompa el techo promedio de votación en el país —63%— las probabilidades de triunfo opositor crecen.
Es totalmente posible.
La gente ha sufrido. La crueldad y descaro del crimen organizado ha sometido a millones. No solamente hay ejecutados, desaparecidos; traficadas y violadas. Hay millones sometidos a la esclavitud y al pago de derecho de piso para poder trabajar. Hay 52 millones de familias a las que nos le fue surtida su receta. 800 mil que perdieron un familiar en la pandemia.
En política no hay agravios impunes.
De las 32 elecciones a gobernador desde el 2018, en 31 estados ha gobernado la oposición. La excepción es Baja California. Hoy, no. 6 de los 9 son gobernados por el oficialismo. ¿La gente votará por más de Cuitláhuac García, Cuauhtémoc Blanco, Miguel Barbosa o de Claudia Sheinbaum que perdió la mayoría de la capital?
Lo dudo.
Más: ¿las opciones de cambio son Rocío Nahle, Clara Brugada, Alejandro Armenta?
Por último, ¿una mayoría aplastante del país quiere que sigan los abrazos a los criminales, la desaparición del Poder Judicial, del INE y de la Comisión de los Derechos Humanos? ¿Está a favor de suprimir la representación de las minorías en el Congreso?
Eso es lo que ofrece Claudia Sheinbaum. Lo ha dicho. No ha engañado a nadie.
Si la gente sale a votar masivamente, no hay forma que se nos imponga un resultado. Lo prueban Ecuador (80%) y Argentina (76%). También de Estados Unidos en 2020 (66%).
La sociedad mexicana ha votado recurrentemente por castigar a los malos gobiernos. Casi 65% de las elecciones optan por despedir a los incompetentes. Hoy cabe esa posibilidad.
Depende de nosotros.
Construir la democracia imperfecta nos llevó décadas. Siempre será mejor componerla a permitir el regreso de la dictadura perfecta.
20 minutos toma votar. 20 minutos para decidir los próximos 20 años.
No dudes: esos pueden ser los 20 minutos más importantes de tu vida.

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