Por Fernando Vázquez Rigada
Hay un acelerado calentamiento global. Y no del medio ambiente: de la política. La ilusión del mundo feliz terminó. Resurgen las tensiones regionales. Los mismos afanes de poder vuelven a sacudir al globo. Israel monta una ofensiva terrible contra Gaza. Putin despliega su poder sobre sus vecinos y reabre el juego geopolítico con Cuba, Nicaragua, Brasil y Argentina. Un avión civil es abatido con 298 pasajeros sobre el cielo de Ucrania. Japón se rearma.
El planeta hierve. Una era de conflictos se aproxima. Serán de carácter territorial, social y religioso.
El nuevo orden post muro de Berlín fue efímero por una razón: la economía de Estados Unidos no alcanza para soportar a su poder militar. La economía de ese país –aún la más grande del mundo- puede descomponer a la economía mundial, pero ya no puede componerla sola. 40% de todas las adquisiciones del mundo se hacen por países en desarrollo.
Por lo mismo, la indiscutible hegemonía bélica de Estados Unidos no es suficiente para seguir siendo el sheriff del mundo. Una guerra cuesta. Y cuesta mucho: 3 billones de dólares, la de Irak, según Joseph Stiglitz. El surgimiento de Alemania y Japón como aspirantes a jugadores globales en el siglo XX surgió de la mano de la gran depresión y del desgaste de la primera guerra mundial que invalidó a Gran Bretaña como potencia global.
Como se sabe, en política no hay vacíos. En Geopolítica menos. Hay un proceso de transferencia de poder hacia el Este, como ha diagnosticado Fareed Zakharia. Pero esta transferencia es incompleta y tiende a generar un nuevo mundo multipolar, con una hegemonía estadounidense basada en equilibrios regionales. Habrá varias potencias medias, cuyo alcance será periférico a sus intereses. Solamente Estados Unidos y China, posteriormente, tendrán las capacidades económicas para desplegar en el futuro cercano poderes globales.
Hay, al menos, cuatro regiones de gran inestabilidad.
La primera es la que incluye la zona de las ex repúblicas soviéticas, en donde ni la OTAN ni la Unión Europea ni Estados Unidos han logrado poner un freno a las ambiciones de Putin. El dictador ruso ha desplegado su poder militar y político, pero más el energético para amagar con un quiebre a las potencias europeas occidentales. Su capacidad nuclear es un disuasivo determinante y categórico. Por ello Putin es ave de las tempestades. Apoya a Irán. Impide la invasión de Siria. Nadie es capaz de ejercer una detente contra él en Ucrania.
La segunda es la frontera de la India y Pakistán. Dos potencias con gran rivalidad y que pueden generar un conflicto mayúsculo en cualquier momento. La India es la democracia más grande del planeta, un colchón de amortiguación ante el área conflictiva del oriente medio. Recientemente eligió a un líder con afanes reformistas y modernizadores. La India tiene un arsenal demográfico: casi 1250 millones de seres humanos. Pakistán posee una población de menos de 179 millones de habitantes. Pese a su crecimiento económico muy notable, la India tiene rezagos sociales lamentables. Su economía es unas 8 veces mayor a la de Pakistán, pero el PIB per Cápita es muy similar. Ambas naciones han detonado bombas nucleares. La región de Cachemira, la naturaleza diferente de sus estados, y los enconos religiosos pueden afectar a la región en cualquier momento.
La tercera es Corea. Ahí se encuentra una de las zonas más explosivas del planeta. El régimen militar y totalitario de Corea del Norte, su alianza con Beijing, la capacidad nuclear de Corea del Norte y China, han forzado al rearme de Japón como única posibilidad real de contención militar en Asia en un futuro mediato. El entendimiento entre China y Rusia no abona a un clima de estabilidad de la región. Dos superpotencias energéticas, una de las cuales será la principal potencia económica mundial en la próxima década (China desplazará a Estados Unidos, quien ocupa ese lugar desde 1872), están encontrando una comunidad de intereses.
Por último, se encuentra la siempre conflictiva zona del medio oriente. Por su riqueza en recursos energéticos y su posición geográfica, los países del medio oriente continuarán siendo un espacio prioritario en el espacio geopolítico. 6 de los 10 países con mayores reservas de petróleo convencional del mundo se ubican en la región. La incursión armada de Bush a Irak, al parecer, trajo más perjuicios que beneficios a la estabilidad y a la Gran Estrategia Estadounidense. El único amortiguador real que le queda a Estados Unidos es Israel y su alianza estratégica con Arabia Saudita en términos energéticos.
A estas regiones se sumarán otras de menor repercusión mundial por cuestiones sociales. La crisis migratoria de niños hacia Estados Unidos es sólo un avance de lo que habremos de observar como un producto directo de una globalización que genera riqueza pero que no la reparte. La migración hacia Estados Unidos y hacia la Unión Europea continuará siendo fuente de tensiones. Lo mismo ocurre con la migración interna en China.
Por último, habrá cada vez mayor inestabilidad por el control de los recursos hidráulicos. Las fuentes de agua dulce serán un recurso estratégico hacia la segunda mitad del siglo.
A este panorama de belicosidad no ha correspondido una nueva ingeniería internacional. Ni legal ni institucional. El mundo no tiene juez, pero tampoco tiene sheriff. Habrá muchos alguaciles. Pero un espacio con muchos alguaciles suele ser uno con mucho conflicto, y poco gobierno.
@fvazquezrig
1 Comment
Comparativo simple, y con sus mismos datos. El bloque conformado por los países agrupados en BRIC’S, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, sumariza un PIB de 15.2 % (sin Sudáfrica) que prácticamente equipara el 16.8 % global de los Estados Unidos. Ante su anuncio, hecho apenas finalizada la justa futbolista mundial, de crear su propio fondo de financiamiento de proyectos conjuntos, resulta todo un desafío al orden financiero prevaleciente, rompe con el mítico acuerdo de Bretonwoods, y muestra la carta económica de un bloque que pasa de los acuerdos al financiamiento de sus proyectos. Por cierto, aquí, en nuestro propio continente. Que duda cabe que las hegemonías están cambiando.