01/04/2006
Sabía de lo que hablaba: había caído el gobierno de Adolfo Suárez y había fracasado la intentona de golpe de Estado del Coronel Tejero. ETA asesinaba. La economía estaba estancada. La democracia, en suma, crujía. Todo pronosticaba, entonces, una victoria socialista. Las reacciones de los sectores más radicales podían reventar la transición. Pero España, les recordó, era superior a los partidos.
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