Fernando Vázquez Rigada
Los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con la lamentable excepción de su presidente, dieron una muestra a la República de imparcialidad, profesionalismo y dignidad.
La más trascendente decisión fue ratificar de manera unánime el criterio del INE para impedir que Morena y sus aliados, mediante argucias, obtengan otra sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados.
Ya en otro espacio expliqué cómo lo hicieron. Valga sólo recordar que Morena y sus satélites obtuvieron 43% de los votos en la Cámara, pero tienen el 61% de las curules. Por eso pueden reformar por sí mismos la Constitución.
El abuso es de esta magnitud: en menos de dos años y medio, esa mayoría artificial la ha reformado en 73 ocasiones.
Lo han hecho violando el mandato de los ciudadanos: porque al recurrir a la tranza para tener una mayoría que no obtuvieron en las urnas, violan el sentido del voto. Exceden su mandato y peor: han sido tan abyectos, que han obedecido mansamente la orden que recibieron: ni una coma han cambiado a los proyectos.
El INE impidió que esto se repita: la Constitución establece que ningún partido podrá tener una sobrerrepresentación superior al 8%. El país sería otro si eso se hubiera cumplido.
Por eso, esa decisión -y no la cancelación de las candidaturas de Salgado Macedonio y de Morón- amenazaba la viabilidad del desmantelamiento institucional del país.
Pese a las abiertas presiones del poder, a los intentos desmesurados de su presidente José Luis Vargas por tentarles a cambiar su voto, los magistrados optaron por honrar su juramento y hacer cumplir la Constitución.
Esa, y no otra, es la labor de un juez.
Y me refiero no solo a ceñirse a la legalidad, a la imparcialidad, y al espíritu de la ley.
Me refiero a algo quizá más alto: a la determinación de defender su independencia. Al pundonor de soportar las presiones. A la valentía de ejercer con honor su cargo.
La democracia sólo puede funcionar con división de poderes. Por jueces independientes y dignos se controla al poder, se corrige el abuso, se castiga. Los ciudadanos somos genuinamente iguales solo ante el poder de un tribunal, cuando posee altura y credibilidad.
La mejor muestra de que es posible impedir el regreso del país de un solo hombre la han dado los jueces, magistrados y consejeros electorales. Los medios de comunicación. Las organizaciones que han enfrentado la demolición de la democracia y la sujeción de la libertad.
Ahí están ellos.
Faltamos nosotros.
Nos vemos el 6 de junio.
@fvazquezrig