FERNANDO VÁZQUEZ RIGADA
En estrategia política, nadie gana: alguien pierde.
MORENA fue uno de los grandes triunfadores de los comicios de junio pasado. Fuerza emergente. Pujante. Sólida.
Abrevó sus votos, particularmente, de cuatro bastiones específicos: el DF, el Estado de México, Puebla y Veracruz.
Se solidificó no sólo como partido, sino como fuerza parlamentaria. Controla el congreso del DF y delegaciones importantes.
El poder de Morena se basa en un hombre: Andrés Manuel López Obrador. El peje es el único líder social que tiene el país, con alcances nacionales. Durante años, ha recorrido una y otra vez el territorio con una prédica simple, entendible y repetible: hay una mafia que tiene secuestrado al país, que succiona sus recursos y que no permite un verdadero cambio.
La realidad parece darle la razón.
López Obrador es el aspirante a precandidato presidencial más avanzado. Se apresta a su tercer intento por obtener la presidencia. Y la tercera, dicen, es la vencida.
El tabasqueño tiene a su lado las condiciones sociales. La evidencia cada vez más latente de que urge un cambio: uno profundo y real.
Juega en su favor la economía, el deterioro del bienestar, el estallido de la violencia, la indignación de capas cada vez más gruesas que lo voltean a ver como una posible solución. Juega también con él su perseverancia y su honestidad.
Pero López Obrador tiene un enemigo terrible, capaz de destruirlo: Andrés Manuel López Obrador.
Pese a todos los abusos de la elección del 2006, la elección no la ganó Calderón. La perdió López Obrador. Por sus errores. Por su arrogancia. Por su fundamentalismo. Agredió a un presidente bien evaluado. Amenazó a los empresarios. Rechazó el apoyo del SNTE. No fue al primer debate. Despreció a Patricia Mercado. Lastimó a las clases medias. Se negó, hasta muy tarde, a contestar ataques. Descuidó tener representantes en todas las casillas.
Una cadena de errores interminable.
Ahora, pese a que todo el viento sopla a su favor, López Obrador vuelve a ser…López Obrador.
En un error estratégico, tiende un lazo a lo peor de las organizaciones legales del país, la CNTE, para hacer una coalición electoral.
La CNTE, señalada de corrupción, de abuso.
La CNTE que se niega a ser evaluada.
La CNTE, que secuestró la educación de Oaxaca.
El líder de MORENA le ofrece sentarse a pactar una alianza electoral a quienes no creen en las elecciones. Porque las hordas de pseudo maestros oaxaqueños pretendieron impedir la celebración de elecciones en Oaxaca, en Guerrero.
Además, la CNTE ha demostrado un desprecio absoluto por la ley. Lo ha dicho una y otra vez. La constitución no les aplica. Ni los códigos penales. Ni las leyes laborales. A ellos les aplican sus acuerdos. Nada más.
La izquierda que debe ser tolerante y moderna para poder ganar, se alía con lo más retardatario del país. Con quienes raparon a los maestros que fueron a evaluarse: a quienes hicieron caminar con sogas al cuello por las plazas públicas.
Peor: el peje lanza un pañuelo en prenda y la CNTE se lo rechaza. No le interesa hablar con él ni con nadie.
Los corruptos, violentos y repudiados terminan repudiándolo. Todo por nada.
López Obrador ha vuelto sobre sus pasos: comienza a dilapidar lo que logró construir. Las lecciones más elementales de sus dos derrotas no han sido asimiladas, y posiblemente no lo serán: primera: México no quiere extremismos. Segundo, una elección no se gana sin las clases medias.
Por eso digo que en estrategia política nadie gana: alguien pierde. López Obrador ya comenzó a construir el penoso camino de su derrota.
@fvazquezrig
1 Comment
Excelente reflexión, ojalá y nuestros amigos que aspiran a un puesto político aprendan algo del Peje.