Fernando Vazquez Rigada

Por Fernando Vázquez Rigada

 El peso de los pecados del partido Verde hace cada vez más inadmisible su participación en la vida pública de México. El Verde optó por una estrategia y le funcionó electoralmente: violar la ley.

El fin, decía Maquiavelo, justificó los medios. El Verde fue usado por el PRI y por sus dirigentes como receptáculo para registrar los votos que el desastre de Ayotzinapa y las casas habían generado dentro del tricolor. El partido mayoritario registró una votación terrible: apenas 29%. El Verde, casi 7%. Sumados y adicionados los votos del otro miembro de la triple alianza priista, el PANAL, el gobierno logró controlar la Cámara Baja.

Pero la estrategia del Verde fue grosera y arrogante. Desnudó la fragilidad de las instituciones, su presunta complicidad y la impunidad rampante que carcome la confianza nacional.

El Verde ganó los votos, pero perdió la mínima credibilidad pública que le quedaba que, por cierto, no era mucha.

Así ganó en el corto plazo, pero está condenado a desaparecer.

México no está acostumbrado a vivir hechos como la orden de aprehensión que giró el fiscal Santiago Nieto contra un alto funcionario federal en funciones. En el antiguo país priista, lo que se movía o se dejaba de mover tenía un origen: la voluntad presidencial.

En las democracias maduras, lo que vivimos es la norma, no la excepción.

Lo mismo ocurre en el mundo, hoy ante la presión creciente de la opinión pública, harta de corrupción e impunidad.

Vayamos por partes.

El primer error de esta tragicomedia lo cometió el presidente de la República, al nombrar a un personaje como Escobar subsecretario de…prevención del delito. Repito: toda la ciudadanía vio como el Verde violaba la ley, se le multaba, pagaba con nuestros impuestos y se repetía el ciclo ad nauseam. La reacción pública no se hizo esperar: la Iglesia en manos de Lutero, el DIF en manos de los Legionarios de Cristo.

Antes de que esto ocurriera, el Senado, por una mayoría calificada de 95 votos y una abstención, nombró a Santiago Nieto nuevo fiscal para enfrentar los delitos electorales. Eso implica que el PRI avaló con sus votos el nombramiento.

Cuando Nieto le solicita al juez ordenar la aprehensión de Escobar, el PRI entra en pasmo. No hay línea. ¿El presidente ordenó la orden de aprehensión? ¿Sigue vigente la alianza con los verdes? Nadie sabe nada y el silencio es la declaración oficial del partido en el poder.

Finalmente se recuperan los actores centrales del aturdimiento del golpe. Se sale a la defensa de Escobar con argumentos harto simpáticos: es inocente hasta que se le demuestre lo culpable (lo cual nunca ocurrirá porque siempre será exonerado), se violó el debido proceso porque se filtró a la prensa que se había pedido una orden de aprehensión, y así.

Pero ahora se llega al quid de la defensa. Santiago Nieto está sucio. Primero: su ataque tiene motivaciones políticas, porque tuvo vínculos con el PRD, que ocultó al senado. Los honorables paters de la patria fueron sorprendidos con una chicanada, abusando de su colectiva buena voluntad por un aprendiz de brujo.

Que Nieto haya ocultado su trabajo con el PRD es condenable, pero no resta méritos a la acusación que esgrimió. Son temas diferentes.

La defensa de Escobar se está basando en el manual clásico de control de crisis: destroza al atacante.

En una novela memorable, Número Cero, Umberto Eco da una cátedra de la forma de operar el desprestigio del otro para salvar las acusaciones propias. Eso ocurre hoy.

Si hubo motivación política o no, lo cierto es que eso no exonera a Escobar ni al Verde de nada, de igual forma como el ataque demócrata no salvó a Nixon de haber violado la ley.

El PVEM ha hecho de la ilegalidad una costumbre. De la desfachatez una forma de hacer política. Del clientelismo una norma de vida. De la corrupción una vía para enriquecer a sus líderes.

Lo que ocurre hoy en México es lo que ha activado la resistencia en Venezuela, el enjuiciamiento de Rousseff en Brasil, el encarcelamiento de Otto Pérez en Guatemala.

No es la excepción: es la norma.

No hay excusa. Escobar no puede volver. El Verde deberá enfrentar a la justicia. Los abusadores deberán comenzar a actuar con mayor cautela…o irse.

@fvazquezrig

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