Fernando Vázquez Rigada
La política mexicana está llena de frivolidad. El profundo vacío que inunda la cosa pública se determina por los personajes que arriban a rescatar a la nave nacional del naufragio. Muchos payasos, algunos incluso profesionales. Destaca lagrimita y su hijo, enviados como distractores del desastre que priva en Jalisco. El payaso llega para hacer reír a los electores aunque puede terminar haciendo honor a su nombre.
En Morelos echan mano de Cuauhtémoc Blanco. Gran futbolista. Fallido artista. Fallido restaurantero. Y seguramente también candidato fallido. Hará cuauhtemiñas para despertar la pasión electoral en la capital de un estado agobiado por el secuestro y la extorsión. A falta de políticas públicas, goles.
El PRI manda un cañonazo arrabalero al congreso: Carmen Salinas, cuyo papel estelar es el de la teporocha «la corcholata», se estrena en el mundillo político con una declaración sin desperdicio: no habla de la Casa Blanca porque ella también tiene una, y también es blanca. El chistorete como bálsamo para la indignación que dispara el cinismo y la corrupción.
La política se llena de faranduleros por la ausencia de credibilidad del político profesional. Kakistocracia, llamó Bovero al fenómeno: el gobierno de los peores.
¿Cómo creer en los políticos?
El alcalde de San Blas hace una fiesta de cumpleaños de 15 millones de pesos. Reparte en ella 10 mil cartones de cerveza y mata 50 reses. Alza el vestido de una joven y la manosea. El alcalde que robó, pero poquito.
El gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, abofetea a un subalterno en público, regresando al México Bárbaro de Turner. Luego monta un talk show patético para quesque para disculparse. Solo le faltó la consigna legendaria:
-!Que pase el desgraciado!
El PRI mete a la mamá de Cuauhtémoc Gutiérrez, el proxeneta, a su lista de plurinominales. El PANAL nomina al hijo de Martita Sahagún a la alcaldía de Celaya. Marcelo Ebrard recupera el sueño por ser plurinominal del partido del ex convicto Dante Delgado. El Carnal compite con Monreal y Muñoz Ledo en inconsistencia: fue priísta, Verde, Centrista (anti)democrático, perredista y, ahora, del movimiento ciudadano. El tlacoache Garizurieta ha reencarnado en el carnal: vivir fuera del presupuesto, y sin fuero, es vivir en el error.
La política vacía explica el tiempo mexicano vacío. Cuando se necesita más seriedad, la política se llena de payasos. Cuando se debe apostar a la máxima preparación, se apuesta a la mínima experiencia. Cuando se requiere más templanza, llamamos a los más ocurrentes.
A ver si no terminamos como el Garrik de Juan de Dios Peza: llorando a carcajadas.
@fvazquezrig