Fernando Vázquez Rigada
Una vergüenza. No hay otra forma de calificar los niveles de escándalo a los que ha llegado la pobreza en Veracruz.
Prácticamente 6 de cada diez veracruzanos viven con hambre. 58% de su población. De ellos, 17.2 viven en pobreza extrema: son los veracruzanos que no tienen ni para comer.
La pobreza se disparó en Veracruz en dos años. Creció de 52% a 58%. Fue, de hecho, el estado en donde más creció de todo el país, en términos porcentuales, con la excepción de Morelos. Deshonroso segundo lugar.
El incremento desmesurado de la pobreza no fue el común denominador de todos los estados. 15 la redujeron, algunos de manera notable. En Durango disminuyó de 50.1% a 43.5%. En Nayarit, de 47.6% a 40.5%.
Es decir: hay estados que si funcionan. Otros fallidos.
En el flanco de la pobreza extrema, los veracruzanos sin capacidad de vivir dignamente, de alimentarse, de transportarse, ascendió de 14.3% a 17.2%.
Los porcentajes esconden la dimensión humana, lacerante, indignante de lo que ocurre. En sólo dos años, 493 mil veracruzanos pasaron a ser pobres. De ellos, 248 mil ingresaron a la dictadura del hambre.
¿Qué ha ocurrido?
Desde hace años, en Veracruz se evaporaron las políticas públicas. Se perdió la ética. Se extravió la decencia. Se instaló el reino de la ignorancia: del derroche, de la corrupción, del cinismo.
Por eso, pese a que el presupuesto ha crecido en 11 años en un 137%, la pobreza sigue en aumento. El presupuesto en el año 2004 fue de alrededor de 43 mil millones de pesos. Hoy es de 102 mil millones de pesos. Y no alcanza. No basta. No remedia. No cura. No educa.
Ocurre que Veracruz sufre un descarrilamiento múltiple: económico, financiero y social.
Económico: La economía veracruzana está paralizada desde el año 2013. El crecimiento trimestral más alto desde enero del 2013 a septiembre del 2014 fue de 1.2%. 4 trimestres, un año, el crecimiento fue cero. En dos trimestres, los últimos seis meses del año 2013, la economía se contrajo: -0.2% y -1.3%.
Si se desagregan los datos del último trimestre del año pasado, se obtiene una radiografía atroz de lo que ocurre: El sector primario, campo y pesca, se redujo en -6.4%: una tragedia. La industria cayó dos puntos. Sólo el sector terciario incrementó su actividad en 5.7%.
Hay una economía en estado de coma. Así de simple, y así de trágico.
Quizá eso explique porque Veracruz es el segundo estado con mayor destrucción de empleo del país. Al segundo trimestre de este año, se han perdido más de 18 mil 155 empleos. Por si fuera poco, la calidad de los que subsisten es raquítica. 52% de los empleados veracruzanos no pueden comprar con su salario la canasta básica.
Se está destruyendo el empleo. ¿Cómo subsisten estas personas? En la informalidad. 6 de cada 10 veracruzanos son trabajadores informales.
Como no existen políticas públicas, no hay posibilidad de generar una reactivación. El círculo vicioso se complementa con la quiebra del Estado. Unas finanzas raquíticas, fugas por todas partes, corrupción rampante, explican el rezago en todos los ámbitos. Pensiones que no se pagan. Universidades sin recursos. Burocracia sin nómina. Y una gran masa de empresas que no reciben el pago de trabajos ya devengados.
Con todo, la peor bancarrota de este estado, antes grande y orgulloso, es la moral. Corremos el riesgo de acostumbrarnos a la mediocridad. A dejar de ver a esos millones de veracruzanos que tienen hambre, dolor, desespero.
La posibilidad de que creamos que la normalidad es el abuso de los recursos públicos, la arrogancia de las nuevas fortunas, el desprecio absoluto por el drama de los demás.
La complacencia de que la gobernanza sea suplantada por la ocurrencia.
Carlos Fuentes decía que sólo hay algo peor que ser pobre: es ser olvidado.
Es cierto. Que ya no veamos. Que dejemos de sentir. Que se nos ampute el alma. Que se nos haga una lobotomía para desprendernos del espíritu crítico. A eso se le apuesta.
A que aplaudamos esta terrible, aplastante, absoluta vergüenza.
@fvazquezrig