Fernando Vázquez Rigada
El 6 de junio, nadie gana todo ni pierde todo.
La Alianza cumplió con el propósito de inyectar competitividad a las oposiciones en todo el país. Sin ella, el resultado hubiera sido desastroso.
Con ella, sus integrantes tendrán casi 200 diputaciones y MC alrededor de 23. En su conjunto, si MC mantiene su oposición, tendrán 222 asientos. El oficialismo tendrá 278, pero ojo: sin el Verde, Morena no tendrá ni mayoría simple. El Verde capturó el control de la Cámara.
Con respecto al 2018, el PAN gana 34 distritos más, el PRI 23 y Morena pierde 54.
Las oposiciones, en su conjunto, obtienen 22 millones de votos. La coalición gobernante, 20 millones.
El PT apenas logró el registro: 3.2% y el Verde creció sólo dos puntos, pero tendrá, con unos modestos 2.5 millones de votos, más de 40 asientos en la Cámara.
Un dato poco analizado: en los grandes padrones, Morena se desplomó con respecto a su triunfo arrollador del 2018: En el Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Puebla y Guanajuato las oposiciones obtienen más votos que Morena y aliados. La única excepción es Veracruz.
En el nivel estatal es otra historia. Las elecciones de gobernador fueron desastrosas para las oposiciones. El PRI perdió 8 y el PAN dos. Morena gana 11 más: tendrá el control de 17 gobiernos estatales más Morelos, que nominalmente pertenece al PES, pero funcionalmente al gobierno federal. Esa plataforma de operación política será formidable, aunque también su desgaste.
Tres elecciones estatales marcaron la excepción: Querétaro, en donde el PAN se lleva todo, impulsado por un excelente gobernador, un magnífico candidato y una operación política de relojería. Mauricio Kuri es el candidato a gobernador que más diferencia obtuvo con respecto al segundo lugar en todo el país: le sacó 30 puntos a Morena, gana todos los distritos locales, los federales y 15 de 18 municipios.
Los otros dos casos son el de Maru Campos que, pese a la oposición inconcebible de Javier Corral, gana por 12 puntos gracias a inteligencia y bravura. El otro caso es el de Samuel García, con una campaña basada en redes, en el poder de influencia en digitales de su esposa, y con un discurso casi secesionista.
Pero hay otro nivel más: en las elecciones de ayuntamientos. Con todo, queda demostrado que la alianza es condición necesaria, no suficiente, para el triunfo electoral.
Vuelve a haber otro panorama. La Alianza gana 751, Morena 617, MC 110, y 190 repartidos en un universo de partidos pequeños. Faltan algunos cómputos finales, pero no hay que minimizar el triunfo opositor en 9 alcaldías de la Ciudad de México y en las más importantes del Estado de México. Ojo: esas entidades siempre se anticipan a tendencias electorales nacionales. De las 50 ciudades más populosas del país, la Alianza gobernará 25, MC 5 y el resto la Coalición gobernante.
Hasta ahí la radiografía. Otras lecciones.
La gente no salió a votar. 53% de participación es apenas 8 puntos más que el promedio nacional en intermedias. Eso influyó en el resultado.
La baja participación pudo deberse, entre otros factores, a la pandemia, pero intuyo que más a la violencia terrible contra candidatos y al involucramiento del crimen en las campañas. Una alarma que debería preocuparnos a todas y a todos.
El presidente sigue teniendo una conexión emocional con los ciudadanos: mientras las oposiciones no logren construir su agenda y ofrecer un futuro alternativo al lopezobradorismo, no se tendrán éxitos rotundos.
El INE mantuvo su prestigio e independencia.
La alianza es condición necesaria, no suficiente, para el triunfo electoral: el PAN deberá reinventarse y volver a sus orígenes: ir a cada municipio, abrir las puertas a ciudadanos y renovar liderazgos de la periferia al centro. El PRI deberá entender que está en proceso de extinción. O se refunda o morirá.
Al final la sociedad civil tendrá que seguirse involucrando en la construcción del país. Estamos por encima y por delante de una clase política que sólo mira al espejo y sólo se ocupa de sus intereses.
La lucha continúa.
@fvazquezrig