Fernando Vázquez Rigada
Coincido en algo con el presidente: la obligación de los mexicanos es defender a México. Difiero de su enfoque: tensionar la relación con nuestros socios, hacer crujir el TMEC, incumplir la letra de lo acordado es atentar contra la prosperidad de México y el bienestar de millones de familias de todas las clases sociales, pero, en particular, de las más humildes.
¿Desconozco la historia? No. ¿Ignoro lo que ha hecho Estados Unidos con México? Por supuesto que no.
Sin embargo, como recomendaba Octavio Paz, esa historia no debe olvidarse: debe trascenderse.
El mundo y el país cambiaron desde los 90s. La globalización llegó y con ella la integración económica, comercial, sociológica de nuestros países.
Hay una interdependencia. Más de acá para allá que al revés.
Hay más de 23 millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos. De ellos, casi 12 millones son ilegales.
La perforación de la frontera de compatriotas que quieren obtener oportunidades en Estados Unidos no se detuvo con la llegada de Morena al poder: se potenció.
Lo hizo a un grado de escalofrío: hoy, un mexicano se va cada minuto.
En 9 meses, de octubre del 2021 a junio de este año, las autoridades migratorias de EU registraron 627 mil “encuentros con mexicanos”: un sofisma para decir que los detuvieron y los deportaron. Eso es el 95% de todo lo registrado un año antes. La hemorragia no para. Faltan los que sí lograron pasar.
Esos mexicanos sostienen el mayor y más eficiente programa social del país: las remesas.
El año pasado llegaron 51 mil millones de dólares a 2 millones de hogares: 7 veces más que las pensiones a adultos mayores. Las remesas sostienen a entre 8 y 11 millones de mexicanos. En el 1er semestre de este año ya llegaron a 27,500 millones de dólares.
Pero por el lado de la economía formal, la interacción es también abrumadora. México y Estados Unidos comercian 1,700 millones de dólares al día.
El año pasado, México exportó a EU —su principal socio comercial— 398 mil millones de dólares: 40.4% del PIB.
31,634 empresas norteamericanas se han instalado en México invirtiendo 306 mil millones de dólares. Generan decenas de miles de empleos.
México, por su parte, importa más de la mitad de la gasolina que consumimos y casi el 80% del gas natural.
Cada día, 649 personas y 208 vehículos cruzan la frontera.
No es muy difícil imaginar las consecuencias de un divorcio a la mala con EU. ¿Qué pasaría si deportan masivamente a ilegales mexicanos? ¿Si tasan las remesas? ¿Si se niegan a exportarnos gasolina o gas? ¿Si cierran la frontera? ¿Si imponen aranceles a nuestras exportaciones?
Querer a México es ser pragmático y astuto. Los intereses nacionales están en la vida cotidiana de millones de hogares, no en discursos encendidos.
No espanta tener posturas nacionales: espanta no saber de realpolitik.
No alerta plantear argumentos: alerta que las posturas las haga Chico Ché.
Balancear nuestra relación con otros países no es grave: lo grave es bajarse del sube y baja cuando el otro está arriba.
Ir a paneles no es malo: lo malo es ir cuando sabemos que vamos a perder.
Antes que todo está el destino de millones de personas que viven —o sobreviven— de una relación combustible, y hay alguien jugando encima de ella con cerillos.
@fvazquezrig