Fernando Vázquez Rigada.
Morena no va a destruir el país. No va a desmantelar la democracia. No va a degollar la libertad.
Lo vamos a hacer nosotros.
El principal problema nacional tiene un nombre preciso: apatía.
Hay dos países. Uno, vasto, que está sujetado por las redes clientelares, la militancia y la afinidad hacia Morena. Otro, mucho mayor, que está siendo denostado, agraviado, lastimado cotidianamente al grado de la sevicia.
Ahí residen las clases medias, las mujeres, los enfermos que no tienen acceso a medicinas, los universitarios que han sido despojados de sus becas, los empresarios y emprendedores.
Un México, el primero, muere de conformidad. Lo conforman 18 millones de personas que son el voto duro de Morena.
El segundo, de 110 millones más, muere de indiferencia.
Ahí estamos.
En el momento en el que el país comienza a crujir por una violencia desmedida, por una presión fiscal insostenible, por una corrupción imposible ya de ocultar, la población se queda en casa.
La serie de escándalos que se aproximan, auspiciados desde Estados Unidos, revelarán el grado de podredumbre de Morena: la limitada capacidad intelectual del presidente, su ilimitado cinismo para mentir, las densas redes de tráfico de influencias y negocios ilegales, los tratos del régimen con el crimen organizado.
No será nada nuevo.
Se sabe. Solo se documentará. Pero la sociedad está pasmada, rehén de la creencia de que López Obrador, su partido y sus fanáticos, son invencibles.
La queja se reduce a críticas de café, a tuits y posteos. A la hora de la verdad, nada sucede.
¿Cómo no iba a ganar Morena las elecciones si hubo estados —Quintana Roo, Oaxaca— en donde casi el 70% del electorado se quedó a ver la tele el día de la elección?
En Guerrero se cometió el abuso de bajar a un violador de la candidatura, sustituirlo con su hija y decir abiertamente que él iba a gobernar y, pese a ello, ganó. 4 de cada 10 no salieron a votar.
México es un país de habitantes, pero no de ciudadanos.
La destrucción del país es tal por una razón: no hay consecuencias para nadie.
Diputados y senadores hacen lo que les viene en gana (vean al PRI y a Morena) porque nadie se toma la molestia de presionarlos antes de las votaciones.
No hay demandas para que se encarcele a los responsables del saqueo de Segalmex ni para que el fiscal, o Bartlett, renuncien.
No hay resistencia civil. Tampoco toma de calles.
Por eso a los padres de niños con cáncer se les ofende llamándolos golpistas. Gatell se burla sobre un millón de cadáveres. Morena dice que el ejército mató a los jóvenes en Ayotzinapa y Morena impone que ese mismo ejército nos cuide. López Obrador saluda abiertamente a la mamá del chapo y suelta a su hijo. Chico Ché es el nuevo vocero presidencial.
Así nos tratan, y lo permitimos.
México muere de apatía.
No: no es morena el que destruirá a México. Seremos nosotros.
@fvazquezrig