Fernando Vázquez Rigada
Arrancaron las campañas presidenciales. Hay dos estrategias claramente establecidas.
Xóchitl Gálvez apuesta a despertar al México que teme, que llora a sus muertos, que busca sin descanso a sus hijos desaparecidos. También, al México enfermo: aquel que no encuentra alivio porque el gobierno que se va destruyó el sistema de abastecimiento de medicamentos.
La candidata del Frente va tras el voto, en suma, de un largo sector de la población mexicana que no son ni jóvenes, ni mujeres, ni hombres, ni adultos mayores. Son víctimas.
Xóchitl acertó arrancando en Fresnillo, donde el 96% de las personas confiesa vivir con miedo por el yugo del crimen organizado. Lo hizo en el minuto uno: cuando la situación del país no permite descanso ni perder tiempo.
Por su parte, Claudia Sheinbaum apuesta a la marca de su partido y a que se mantenga la aprobación del presidente que se va. Arranca en el Zócalo, derrochando dinero y como un simbolismo doble: el de que puede llenar la plaza más grande del país, pero también para ofrendar un tributo a los pies del palacio al que su mentor ha convertido en casa.
Sheinbaum empieza 18 horas después porque a ella le urge que las campañas terminen. Que el tiempo pase rápido. Que no se generen emociones. Ella necesita administrar su ventaja y no cometer errores.
Pero lo hizo. En su discurso dijo que ella representaba la continuidad…de la corrupción.
No tiene un eje emocional definido, salvo el que continuará lo mismo. Mostró su faz autoritaria: empujando a la candidata de la Ciudad de México, reiterando su ofrecimiento de destruir al INE, capturar al poder judicial, clausurar la transparencia y prolongar la militarización del país.
Cuando en su larga perorata de 100 puntos se atreve a meter ideas propias, se topa con un tema que podría ser insalvable. Dice estar en favor de la ciencia, pero permitió su ruina. Que protegerá el medio ambiente, pero aplaudió su devastación en el sureste. Que impulsará las energías limpias, pero calló ante el uso de combustóleo por CFE y la construcción de una refinería que sólo produce barriles de corrupción.
Morena apela a crear la atmósfera de que la elección está decidida y que necesita una mayoría calificada para terminar de instalar una dictadura de partido.
El Frente Fuerza y Corazón por México promueve la activación de voto masivo a partir de generar un sentimiento de indignación que supere el miedo.
Morena necesita que voten pocos ciudadanos. El Frente, una participación de más del 70%: al menos 8 puntos por encima del promedio nacional.
Morena repartió en febrero 200 mil millones de pesos para afianzar su base. El Frente necesita convencer que el dinero no importa si se es libre, porque el dinero sólo compra a quien tiene precio.
La candidata oficialista requiere no exponerse. Xóchitl necesita dar un campanazo en el primer mes de campaña. Hoy, 54% aprueba al presidente. 46% lo rechaza.
Si el Frente logra conectar con ese rechazo en estos 30 días, faltarán 60 para remontar una desventaja de sólo 8 puntos.
8 puntos en 60 días. Cuando cada punto, ojo, vale doble, porque lo que una gana se lo quita a la otra.
Vicente Fox remontó 20 puntos en su elección. Calderón 12. El presidente que se va creció 30.
Se puede. Claro que se puede.
@fvazquezrig