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Los idus de marzo

01/02/2007

Solo hay algo peor que perder el poder: volverlo a perder. La noche del dos de julio del 2006 es la noche más triste del PRI. El partido de la Revolución Mexicana, el de mayor tradición y poder del país, cae en pedazos. La contienda despiadada por la Presidencia de la República, por primera vez, lo excluye. Alguna vez Federico Reyes Heroles había dicho, con razón, que el sistema de partidos en México era tripartidista… de dos partidos. Tenía razón. En todas las contiendas, con la excepción del Distrito Federal, el tricolor era el partido a vencer.

En el 2006, sin embargo, el PRI se hunde al tercer lugar. Como aquí se anticipó en abril del año pasado, las elecciones en México poseen un hilo conductor: los electores abandonan al tercer lugar y lo envían a los sótanos de política. El fenómeno lo sufrieron todos: PAN; PRD y, ahora, el antiguo partido invencible.

El dos de julio del 2006, a diferencia del 2000, lo que ocurre no es una derrota: es una catástrofe. El PRI lo pierde todo. En las elecciones presidenciales no gana un solo estado. De los cinco padrones más importantes, en todos, salvo en Jalisco, cae al tercer sitio.

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