Fernando Vázquez Rigada
Abril 29, 2014
La economía va, como el Caballo Blanco de José Alfredo, a paso más lento.
Los últimos datos económicos traen buenas y malas noticias. De acuerdo al INEGI y su Indicador Global de la Actividad Económica, la economía creció en febrero 1.7%.
El ángulo positivo es que se rompe el ciclo de estancamiento virtual que se venía arrastrando y que hizo que en enero el crecimiento fuera de sólo 0.7%.
La segunda buena noticia es que se trata de la cifra más alta registrada desde julio pasado. El panorama habla, por sí mismo, de las dificultades que vive la economía nacional.
La tercera noticia buena es que supera las expectativas de los mercados, así sea sólo de manera marginal: se esperaba un crecimiento de 1.59. En la economía, los hechos son tan importantes como las señales; los registros como las expectativas, y este dato puede mover a la confianza de inversionistas.
La principal prioridad del país es crecer. Hacerlo implica generar empleo, derrama económica y, con las nuevas reglas fiscales, redistribuir la economía.
Por lo pronto, parecería que los efectos de la reforma fiscal comienzan a diluirse, al menos en el terreno del crecimiento del sector primario. Este registró un alza muy importante del orden del 11.8% gracias a una mayor producción de productos del campo.
Las malas noticias no son menores. El crecimiento es raquítico. Casi lamentable. A esas tasas de crecimiento seguiremos siendo un propulsor de la desigualdad, la migración y el crimen.
Los datos desagregados muestran que la industria, motor de la exportación, está trabada. Sólo creció 0.7 la manufactura, generadora de millones de empleos y valores agregados. El sector servicios, por su parte, se movió en un discreto 1.9%.
Esto significa que los sectores más poderosos de la economía siguen sin encender o trabajan a media energía. Los conflictos en el congreso por las señales cruzadas de que se hecha marcha atrás en reformas de avanzada como la constitucional en telecomunicaciones, no abonan a un clima de certidumbre y optimismo.
El problema económico sigue pegando fuerte a la aprobación presidencial. Si por el flanco de la seguridad se ha detenido al Chapo, a Miguel Ángel Treviño (el Z- 40), y se abatió a Enrique Plancarte, el frente económico ha estado plagado de malas noticias. La mesa de los mexicanos no está llena y sus bolsillos siguen vacíos. Por eso las expectativas están a la baja. También la aprobación presidencial.
La economía va a paso más lento aunque, al menos, ya da pasos.
@fvazquezrig