Articulos 2014

Por Fernando Vázquez Rigada.

Nadie más solo que el hombre en el poder. Así lo decía Jesús Reyes Heroles. Las grandes decisiones se toman así, en el aislamiento, la reflexión y la frialdad de la distancia.

El hombre de Estado está solo porque no puede permitir que en su decisión interfiera el afecto, la emoción o los intereses personales.

Ocurre, sin embargo, que el hombre de Estado debe tener esa capacidad para encontrar los espacios de soledad, pero antes debe escuchar a muchas voces para normar su criterio.

John F. Kennedy reunió a su alrededor a un gabinete que fue conocido como “los mejores y los más brillantes”. Los trajo de todas partes. Del congreso. De la administración federal. De los estados. De las empresas. De la academia. Eran brillantes porque eran diferentes. Todos tenían acceso al presidente. En la crisis de los misiles, las grabaciones revelan debates de gran profundidad, apasionados y confrontativos. El hermano del presidente, Bob, promovía la confrontación de puntos de vista. El presidente callaba. Escuchaba a todos. Sopesaba. Al final, anunciaba su decisión.

En el momento más crítico de su presidencia, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, Carlos Salinas de Gortari abrió frenético proceso de consultas entre gente de su partido, empresarios, sindicatos y líderes del PAN para centrar su decisión.

Richard Nixon, por su parte, solía aislarse. No reunía a su gabinete. No debatía: conspiraba. Solía reunirse sólo con tres colaboradores: su jefe de staff, Bob Haldemann, su consejero en asuntos domésticos John Erlichmann y su asesor en Seguridad Nacional, Henry Kisinger. A los dos primeros se les llamaba “el muro de Berlín” por el cerco que tendían en torno al presidente. Nadie lo veía. A nadie escuchaba. Ese estilo de trabajo terminó por hundirlo.

México vive momentos de gran desesperanza. Talento en el país, hay. Lo hay en el gabinete: sólo que el presidente debe escucharlo. Lo hay en su partido, pero el jefe del ejecutivo debe aprender a confiar en políticos que no sean de su estado o de Hidalgo. Hay talentos en las oposiciones, pero aprovecharlo requiere construir una nueva relación con ellos. Sobra talento en la sociedad: pero primero hay que incluirlos.

Los gobiernos que se desfondan son los que se quedan sin aliados. Los que se encapsulan. Los que caen en la tentación del pensamiento único. Los que apuestan al olvido como forma de solventar crisis.

El estadista debe estar solo, pero únicamente en el momento de la toma de decisiones. Antes, no.

diciembre 9, 2014

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