El trato que una sociedad da a quien no puede protegerse, la define.
Son aquellos grupos que requieren de una atención especial: de cuidado, de afecto, de protección, de solidaridad. Niños, adultos mayores, animales, minorías.
Un adulto mayor es nuestra historia y nuestra memoria.
Lo ocurrido en Veracruz habla de un estado desfigurado y sin alma. De una sociedad pasiva y complaciente.
Los grandes abusos de la historia se dan cuando confluyen dos actitudes: un poder arrogante que siente que puede hacer lo que le plazca y una sociedad que prefiere cuidar lo que tiene a cambio de voltear la mirada allende el abuso.
Ese es el resumen de toda tragedia humana.
Y es, tristemente, lo que ocurre en Veracruz. Un estado sin el menor gramo de responsabilidad ha dilapidado los recursos al grado de dejar a las escuelas sin techo, a los jóvenes sin universidad, a las calles en el desamparo.
El colmo de la insensatez se materializó en los jubilados a quienes no se pagó su pensión.
Un adulto sin recibir la pensión a la que tiene derecho queda en el más abosluto desamparo. Sin comida. Sin calor. Sin medicina. Sin posibilidades físicas ya de trabajar.
Pierde algo más: la certeza de que su existencia es valiosa, de que importa.
Se le niega el fruto de una vida. Una pensión no es una caridad del estado: es un derecho adquirido tras décadas de trabajo.
No es que el estado no haya tenido recursos. En seis años, el presupuesto de Veracruz ha sido superiror a 530 mil millones de pesos.
Además, en el despropósito superlativo de la frivolidad, se endeudó al estado con 50 mil millones de pesos más.
Pero no hay para pensiones.
Durante meses, una y otra vez, los jubilados de Veracruz trataron de alzar la voz. Hicieron declaraciones. Se manifestaron. Publicaron cartas abiertas al presidente de la República.
Nada conmovió al mundo ajeno, lobotomizado y sin dolor, del poder.
Ayer se cruzó la frontera de la sevicia. A nuestros abuelos se les mandó a la fuerza pública. La demanda se silencia con un manotazo. El argumento se acalla con un tolete.
El golpe al indefenso. La descarga eléctrica que enmudece. Esa es la política en Veracruz hoy.
Los granaderos que cumplieron la orden ignoran lo elemental: mañana ellos serán los jubilados, desamparados ante este mismo poder ciego, sordo y arrogante.
El argumento baladí para la represión era hacer respetar el estado de derecho, como si negarle el derecho al sustento a jubilados no lo violase, como sin transitar por una calle fuera más importante que comer, como si no hubiesen tomado las calles seguirían como los últimos meses: sin voz.
A quienes elevamos la voz en contra de lo que ocurrió ayer se nos atacó con el simplismo del manual del dictador que reza que pretendíamos estaba lucrar con un hecho lamentable.
Resúmen: puedo malgastar, robar, abusar, mentir y, finalmente golpear a quien no puede defenderse. No lo defiendas: si lo haces, lucras con mi irresponsabilidad y con mi autismo.
Ni hablar. Seguiré lucrando.
¿Y usted?
Le hagó una última pregunta. ¿En qué estamos convirtiendo a Veracruz?
Ojalá comparta estas reflexiones.