Fernando Botero es el pintor del color, del volumen, de la perspectiva. Todo en sus lienzos habla de la alegría que es, necesariamente, vivir. El maestro recuerda siempre a Matisse: «el arte es la silla que conduce al placer». Para él, el cuadro no debe ser un testimonio histórico, sino un asomo al gozo de la existencia simple y cotidiana. Nada en Botero implica, por un tiempo, una pintura militante. Por lo mismo, es un pintor -casicostumbrista. Retrata la vida de la provincia colombiana. El coloren sus cuadros es maravilloso, sin fronteras: refleja la vida y el placer de vivirla. Con el volumen quiere que el espectador toque las figuras con los ojos. Retrata a una Mona Lisa pasada de peso; al niño de Vallecas pero también retrata y plasma, como nadie, a un conjunto musical que viste de traje y sombrero, los instrumentos en obesidad con su ejecutante.
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