Debo ser cuidadoso. Haré tres aclaraciones previas:
Sé por tanto, lo que digo.Soy un creyente, de a de veras, no de dientes para afuera, de la equidad de género.
Por lo mismo, afirmo rotundo: Colate tiene razón.
Breve contexto. Paulina Rubio, cantante mexicana de éxito, se casó con un buen mozalbete español: Colate. Así: sin apellidos. Sin nombre. Se conocieron -¿dónde más?- en Ibiza. El flechazo fue inmediato y fatal: se casaron poco después, en una boda “de ensueño” (refirieron las publicaciones más inn de México y el mundo) en la Riviera Maya.
A partir de esa fecha, él dejó todo lo que hacía (whatever that means). Abandonó sus negocios. Migró de su país, para instalarse en Miami, con ella. La acompañó a todos sus conciertos, sus giras, presentaciones, entrevistas.
Tuvieron, tres años después, un hijo: Andrea. Dos años después del nacimiento, se divorciaron. Colate demandó a Paulina: su manutención, el pago de estudios de su hijo, pensión alimenticia, pago de servidumbre, vacaciones anuales.
Para los efectos jurídicos, Colate es el prototipo de un nuevo tipo de rol social que está surgiendo en el primer mundo, que Paul Krugmann describe bien en una de sus obras recientes: el house husband. El hombre que se queda en casa, realiza los quehaceres y vela por los hijos, mientras la mujer trabaja y se convierte en el sustento de la familia. Se les conoce mundialmente como SAHDS (Stay at Home Dads), y se estima que son el 3% de la población de Estados Unidos. En Inglaterra el fenómeno registró un avance de más del 80% en la última década. En México hay algunos. El más famoso, a mi entender, sería Erick Rubín. (Investigaré a fondo el efecto Timbiriche como motor de cambio). Su esposa ha estado trabajando desde que yo era adolescente. Él ha sido un compositor intermitente, de disco por década. Intuyo que ella es el sostén del hogar. Bien por ellos.
Este es sólo un atisbo de una nueva generación que está cambiando la forma como se organiza la sociedad. Los roles se modifican. Las fronteras entre géneros se diluyen.
Dos botones más de muestra: las parejas DINK: doble ingresos, sin hijos (Double Income no Kids): parejas de entre 25 y 35 años, instruidas en donde ambos trabajan y deciden no tener descendencia para incrementar su patrimonio, viajar y disfrutarse mutuamente.
No son, en absoluto, un fenómeno marginal: se estima que superan los 30 millones en Estados Unidos. La última muestra es la emergencia de un nuevo tipo de modelos: el andrógino, que lo mismo puede pasar por hombre que por mujer, utilizar prendas de ambos y fundir en una sola personalidad los roles masculino/femenino.
Ese es el mundo y no va a cambiar. Hay que irse acostumbrando.
Pero volvamos a Colate. ¿Cómo respondió a la demanda Paulina Rubio? Es un hombre preparado, educado, que tuvo negocios antes del matrimonio y que puede volver a tenerlos. ¿Qué dice Colate? Los tuve, pero dejé todo para ir con mi esposa, estuve a su lado en el periodo de casados, parte de lo que ella hizo me pertenece.
¿Qué acciones tomó Paulina Rubio? Dos: ocultó parte de sus bienes y utilizó sus influencias para desprestigiar al pobre Colate.
¿Suena conocida esta historia? Claro. La hemos visto millones de veces. Sólo que al revés. Y la opinión pública latinoamericana, ¿qué dice? Todo en favor de Paulina. Salvo yo.
Si la demanda fuera interpuesta por una mujer en idéntica situación, tendría razón, derechos, justicia. Si es Colate, es un miserable mantenido.
Pero la equidad, entendida constitucional y filosóficamente, debe ser garantizar las mismas oportunidades independientemente del género: de acceso a la justicia, de derechos, laborales, salariales, educativas, independientemente del género. Al menos eso es para mí. Repito: mi madre no tiene nada que ver con mis opiniones (y menos con estas).
Por equidad, quien lo deseé, miénteme el padre.