Fernando Vázquez Rigada
Marzo 31, 2014
El país revela las tensiones de todo proceso de cambio. Hay avances, sin duda. No obstante, las resistencias hacen sentir su poder en toda su dimensión.
México nunca ha vivido en su constitución. La única excepción fue el breve periodo de la República Restaurada, cuando se aplicó a cabalidad la de 1857. A partir de ahí, hasta la fecha, la distancia entre el país legal y el país real es inmensa.
El Pacto por México logró catapultar una agenda de reformas ambiciosa, profunda, y catalizadora. No obstante, igual que la macroeconomía, nadie vive en la Constitución. No aquí. De ahí que para demostrar la profundidad del cambio, se tendrían que dar leyes reglamentarias de igual calado y, luego, derivar en políticas públicas que hicieran cumplir la ley.
Después del Pacto, la resistencia ha sido terrible en tres dimensiones.
Primera, en el movimiento social. Los maestros de la CNTE tomaron calles y secuestraron gobiernos: lo hicieron en Guerrero, en Oaxaca, en el DF. En los dos primeros estados, la reforma ni siquiera se votó, para que no quede duda de quien manda. A esta vertiente habría que agregar el hartazgo de la población que optó por defenderse a sí misma, objetando la no reforma al sistema de impartición de justicia. Las autodefensas hicieron que Michoacán dejara de ser un estado. No lo es más: es un volcán.
Segunda, la resistencia de los poderes fácticos, que, a la sorda y en contraste con el estrépito de la movilización popular, han activado sus resortes de poder con grandes resultados. Botones de muestra sobran. El SNTE logró frenar el sentido profundo de la reforma educativa en diversos estados, entre otros Veracruz, Tabasco, Nuevo León. Las empresas televisivas hicieron que la ley secundaria de telecomunicaciones se tijereteara hasta contradecir a la constitución. Habrá que ver la reacción del congreso, pero el mensaje del ejecutivo es lamentable. Se carga la vara sobre un monopolio y se mima a otros.
Tercera, los poderes políticos tradicionales resisten a la transformación del país haciendo que campee la corrupción. El cinismo y el abuso del erario público son la realidad de otro país: uno que no termina de cambiar. Las detenciones de tesoreros hablan por sí mismas: presos los de Morelos, Tabasco, Michoacán, Coahuila. Excarcelado apenas otro del DF. Señalado el ex jefe de gobierno por el escandaloso asunto de la línea 12 del metro. Ex gobernadores como Fidel Herrera y Arturo Montiel en la lista de los hombres más corruptos de Forbes. El dueño de Oceanografía en arraigo, pero en la comodidad de su hogar.
El país del privilegio persiste. Los poderes fácticos se niegan a irse. La discrecionalidad permea. Por lo pronto, parece que, si bien Enrique Peña Nieto ganó un round al influir en la declaratoria de predominancia de Telmex y Televisa, perdió otro, en la redacción blandengue de la ley secundaria, protegiendo a Televisa.
Hay un reto al Presidente. Las resistencias estarán ahí. Habrá que ver si hay en verdad la voluntad, la capacidad y el valor para enfrentarlas. La sociedad está esperando un liderazgo transformador y ejecutor. Ojalá lo encuentre.
@fvazquezrig