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DORMIDOS

Fernando Vázquez Rigada

 

Se cumplen los primeros veinte años del siglo XXI. Desde su arranque, México se ha debatido -año con año- sobre la necesidad de construir un nuevo aeropuerto en la capital. No lo tenemos.

 

20 años.

 

Primero fue el desastre de Atenco. Luego los patos. Finalmente el proyecto del NAICM y el desastre de su cancelación.

 

Esta incapacidad de concretar metas, proyectos, satisfacer necesidades, no es sólo una historia nacional. Es una radiografía.

 

México se persigue la cola. Otros países avanzan. Y lo hacen velozmente.

 

En el año 2000 la economía nacional era de 707 mil millones de dólares. La china, de 1.2 billones. En 2019, la economía mexicana había llegado a 1.2 billones de dólares; la china a 14.1 billones.

 

En otras palabras: en 20 años, el PIB de México creció 70%, pero el de China 1,075%.

 

Esto tiene que ver a la definición clara de una visión de futuro, un proyecto de país, a la obtención de los recursos necesarios para cumplir objetivos bien definidos y a tener capacidad política para implementarlo.

 

Centrémonos en la inversión en infraestructura. Cada dos años, China utiliza más cemento que Estados Unidos en todo el siglo XX.

 

6 de los 10 puertos más grandes del mundo están en ese país. También la presa más grande del mundo.

 

El coloso asiático desarrolla la llamada Ruta de la Seda: un proyecto de infraestructura que consolidará la influencia china en todo el mundo. Incluye el tendido de líneas férreas de Beijing a Madrid, el desarrollo de 11 puertos, incluyendo uno en Portugal y otro en Grecia. Un gasoducto que lo conectará con Kazajastán y la inauguración de una carretera con Pakistán de 1,300 kilómetros que pasa por montañas a 4,693 metros sobre el nivel del mar.

 

No es que China solo se preocupe por eslabonarse al mundo. El estado anunció un plan de tres años para invertir 360 mil millones de dólares en apertura de complejos de generación de energía limpia, cerrando las viejas plantas de carbón.

 

En el año 2017, se construyeron en todo el país 8,130 kilómetros de autopistas. El total de la red mexicana es de 9,174. Casi la igualaron…en un año.

 

¿Y los aeropuertos? El nuevo proyecto de un aeropuerto para Beijing arrancó después que el NAICM. Se inauguró el año pasado. Su magnitud es admirable: 7 pistas. 6 terminales. 100 millones de pasajeros. Inversión de más de 8 mil millones de dólares. Tiempo de construcción y puesta en operación: 5 años.

 

La eficiencia de los Estados, la confianza que brinden a la inversión privada, la altura de miras, determinan el destino del país.

 

El ejemplo chino no es solo dinero y cemento. La infraestructura, si es productiva y rentable, importa. China lo prueba. Sri Lanka, por el contrario, tuvo un ejecutivo enloquecido que invirtió en elefantes blancos y quebró.

 

Pero cuando los planes soportan un modelo de desarrollo, se reflejan en el bienestar de la gente. Este año, el PIB per cápita de China habrá sobrepasado al de los mexicanos. Hace dos décadas nuestro ingreso era 7 veces mayor.

 

En los últimos 3 años, han salido de la pobreza más de 55 millones de chinos, de ellos 36 millones vivían de zonas rurales. En el año 2020 se habrá erradicado la pobreza y se habrá cumplido una meta que el estado se fijó en 1978: tener, en el 2020, una población que viviera ya en prosperidad moderada. Y son 1,400 millones de personas.

 

México carece de una visión compartida de futuro, de definiciones claras sobre su destino y por ello cambia frecuentemente de rumbo.

 

Para colmo, la clase política no tiene la capacidad para generar un consenso sino, más bien, para lo contrario: para obstruir y dividir.

 

Igual que Van Vinkle, el personaje del cuento de Washington Irving, México, en algún punto, se quedó dormido. No ha despertado. Cuando lo haga, verá que el mundo ya no es el que conoció. Todo habrá cambiado.

 

Y lo habrá dejado atrás.

 

@fvazquezrig

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