Fernando Vázquez Rigada
Marzo 24, 2014
La reforma secundaria a las telecomunicaciones deberá entender que la prioridad de México es desmantelar los monopolios, pero la prioridad del mundo es otra.
La industria de los medios cambia velozmente. El futuro se resume en una palabra: digital.
El mundo de la televisión se agota. Se agota en la forma como la conocimos. En su influencia. En su penetración. El nuevo paradigma tiene que ver con internet, que está modificándolo todo.
La red de alta velocidad, fibra óptica, transforma cada minuto la forma como trabajamos, como aprendemos, como nos entretenemos, como nos informamos. Incluso, la forma como nos interrelacionamos.
Internet está transformando la vida.
Cada día se envían 144 mil millones de correos electrónicos. Las redes sociales tienen 1,700 millones de usuarios, y no existían hace diez años. Se dan 2 mil 700 millones de «me gusta» en facebook cada día. Se emiten 157 millones de tweets cada 24 horas.
Salvo en México, los costos de la telefonía, del internet, su velocidad y capacidad, han permitido que se multiplique con eficiencia el trabajo a distancia: colaborativo, interactivo, con intercambios permanentes de grandes flujos de información y conocimiento.
La televisión está mudando de ser rígida y unidimensional, a ser flexible, a la medida, e interactiva.
Netflix es una compañía que se creó en 1997, pero que encontró su nicho de mercado hacia finales de la década pasada. Desde entonces ha capturado 44 millones de suscriptores al cierre del 2013, pero sumó 2.3 millones de suscriptores en el último trimestre de ese año. Sus acciones subieron en ese periodo 17%, de acuerdo a Forbes. En Netflix, gracias a la trasmisión por internet, el usuario hace su programación. No hay horarios. No hay comerciales. No hay sobrecostos. No hay esperas semanales.
Netflix ofrece suscripciones grupales por el mismo costo, analiza a través de beacons (Sensores de actividad en internet) los gustos del usuario, lo que le permite sugerir contenidos. Más su señal permite la portabilidad: ahora mismo podría ver (si tuviera buen internet) los programas de Netflix en mi Ipad, sin importar dónde esté. Este hecho ha permitido que el segmento de jóvenes en Estados Unidos práctica ente no tengan un televisor.
La influencia de su penetración a nivel global ha hecho que una de sus producciones, House of cards, sea un fenómeno mundial. Resucitó a Kevin Spacey. Acaparó la atención del mundo el lanzamiento de su segunda temporada. ¿A qué nivel? A que el presidente Obama twiteara (ojo, twiteara) un jueves que ya deseaba que fuera viernes para el arranque. Y que esperaba que nadie le arruinara la tarde. El viernes twitteó una foto viendo el primer capítulo con sus colaboradores.
La empresa ha anunciado, además, que el próximo año lanzará sus primeros contenidos en ultra alta definición. Con ello volverá a revolucionar el concepto televisivo, ahora en calidad de imagen y sin costos adicionales.
El internet, además, ha hecho que el viejo pago de larga distancia en telefonía se haya eliminado en gran parte de América Latina, en prácticamente toda Europa y desde hace prácticamente una década, en Estados Unidos y Canadá. Nosotros seguimos pagando 12 mil millones de pesos anuales.
Así, las victimas del internet no son pocas ni menores. Está la telefonía. La industria discográfica. Amenaza a la industria periodística y a la editorial, y está modificando el juego en la industria de la publicidad. la suma de estos factores terminará por modificar a la política.
Ese es el nuevo mundo que deberá tomar en consideración la reforma secundaria. Qué bueno que haya más televisoras, pero el concepto mismo de televisora se agota. Que bueno que haya más oferta de contenidos, pero debemos asegurarnos que sean de calidad y diseñados bajo el nuevo paradigma de las telecomunicaciones. Hay que montar al país en la ola tecnológica. No debemos pagar más por llamar a cualquier parte del país. No debemos pagar por potencia de internet que no se nos otorga nunca. Hay que abrir en todo el país plataformas que permitan el desarrollo y escalamiento de software libre.
La reforma debe abrirnos las puertas para la colaboración, la innovación y la creatividad digital. La conectividad será, en breve, un derecho humano. Por ello, habrá un nuevo tipo de analbatismo: el digital. No debemos legislar para el siglo XX, sino para el XXI.
@fvazquezrig