EL MUNDO DEL APRESURAMIENTO
mayo 6, 2025

¿EL FIN DE LA FAMILIA?

Fernando Vázquez Rigada

 

La familia, como la conocemos, está en proceso de extinción.

Ha dejado de ser el eje articulador de la formación de valores, de la comunidad y la convivencia social.

Por siglos, la vida en sociedad giró en torno a la llamada familia nuclear: padre, madre e hijos. Eso se está acabando.

Diversas tendencias han confluido a nivel global para trastocar el tipo de uniones entre seres humanos y, por tanto, reconfigurar la convivencia social.

La economía de masas culminó y entramos, hace décadas, a la economía del conocimiento. Esto implicó dos cambios importantes: por un lado, los centros de producción de masas, que hacían que miles de personas convivieran a diario, se redujeran. La industrialización fue suplida por los servicios, que se ubican por lo general en espacios más pequeños y, ahora, incluso “a distancia”. Los sindicatos se desmantelaron.

La llegada del Consenso de Washington hizo que se disparara la desigualdad y eso provocó presiones extremas en las exigencias de horas de trabajo, productividad y encareció los bienes, particularmente la vivienda, el transporte, los alimentos. Antes de casarse, la gente busca estabilidad económica.

Vinieron también dos cambios sociológicos, que giran alrededor de la liberación de la mujer. Primero vino la revolución sexual que detonó con la llegada de la pastilla anticonceptiva. El embarazo pasó de disuasor a decisión consiente. La maternidad se retrasó, pero también vino la demanda de derechos en favor de la mujer, que la metió de lleno en el mercado laboral. La prioridad ya no fue casarse.

En paralelo llegó la revolución sexual, entendida por el surgimiento de diversos patrones de identidad sexual. Así, la unión entre seres humanos pasó de ser un patrón bicolor a un caleidoscopio.

Las migraciones, por su parte, generaron la fractura de millones de familias. El número asciende a más de 300 millones.

Por último, surgió el mantra del dinero fácil como forma de status social. Bajo él, se llevó al extremo la idea de la meritocracia: si tienes dinero y status es por tu mérito, si no lo tienes, fallaste. Insisto: creo en el mérito, pero se llegó a un exceso. Como ha argumentado Michel Sandel, también las sociedades han levantado barreras para obstaculizar o facilitar el camino al éxito. Un negro no tiene las mismas posibilidades de un blanco de entrar a una Ivy League (las universidades de elite de EU). ¿Qué tanto mérito debe tener un niño que nace en Sierra Leona con respecto a uno que lo hace en Park Avenue para ser exitoso? Para que rija el mérito, hace falta, primero, repartir oportunidades.

Todo esto, más otros muchos factores, ha hecho que la familia nuclear deje de ser una institución preponderante, por un lado, y formadora central de valores, por otro.

En los países escandinavos, más del 40% de las personas viven solas. En Europa, la edad para contraer matrimonio, si ocurre, supera los 30 años. En Noruega el promedio es 37 años. La media para las mujeres es 34.

En Europa alrededor del 30% de parejas no tienen hijos. En Reino Unido, el 37% no los quieren tener en el futuro. Así surgió el fenómeno DINK: doble ingreso, no hijos, por sus siglas en inglés.

Además, en casi todo el mundo occidental, las tasas de fertilidad se han desplomado. En muchos países ya no alcanza la tasa de reposición (el número de personas que deben nacer, 2.1, para suplir a los que fallecen). En Corea del Sur, la tasa de nacimientos por mujer es de solo 0.72. En Japón y China, 1.3: misma tasa que Italia, España, Polonia o Grecia. Latinoamérica es similar: en Chile y Colombia la tasa de nacimientos es de 1.2, en Brasil 1.4 y en Uruguay y Costa Rica, 1.5.

Por ello, en todo el mundo desarrollado, con la excepción de Estados Unidos, la población está envejeciendo.

Todo esto ha reconfigurado a las sociedades.

Hemos perdido solidaridad, empatía, moderación. La convivencia se ha erosionado. Resurgen los extremismos con fuerza atemorizante.

La familia era un motor productor de valores, de ejemplos, de enseñanzas. Ya no lo es.

Fatalmente, en algún punto se desconectó a la familia de la escuela: otra institución clave que se ha erosionado.

Pero eso será materia de otra reflexión.

 

@fvazquezrig

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