17/10/2010
2011 será un año crítico para el futuro del país. Lo será porque ahí se definirán las coordenadas donde transitará, muy probablemente, la sucesión Presidencial más compleja de los últimos años. El país llegará al 2012 con un déficit profundo de empleo; con una economía debilitada; un tejido social roto, violencia desbordada, agotamiento del medio ambiente y, quizá, con signos de desestabilización en regiones enteras del país. La denuncia del Gobernador de Nuevo León de que existe un acuerdo para reventar a su gobierno, en el que se mezclarían intereses del crimen, el PAN y una facción del alto empresariado, presagian días terribles para la República en el 2012.
2011 es la última estación de la carrera Presidencial. En ella, el país puede optar por la despresurización o bien por el encono y la lógica de la destrucción del adversario. La dinámica que se adopte, ya no se detendrá.
La primera prueba de lo que vendrá será en el primer trimestre del año, cuando se renueven las dirigencias partidarias de los 3 grandes Institutos Políticos Nacionales. Es una oportunidad para enviar mensajes de que es posible generar un espacio de moderación rumbo a las elecciones. Es, también, el momento para perfilar un acuerdo que genere no sólo civilidad, sino competitividad con igualdad para el gobierno que llegue, el que sea, en el 2012.
Si las dirigencias de los Partidos son tomadas por los sectores más duros de cada Partido, el país puede irse preparando para vivir momentos de suma gravedad. Los intereses de la ultraderecha en el PAN, de la izquierda intolerante en el PRD y del priísmo autoritario están al acecho y con posibilidades reales de triunfar en los procesos internos. Parafraseando a Mcluhan, en el lenguaje de los Partidos, los hombres son los mensajes.
De ganar el yunque, el perredismo dogmático y el priísmo retardatario, el mensaje que se envía a la República es de cerrazón, de tambores de guerra, de juego de facciones.
Las elites partidarias deberían registrar, aún están a tiempo de hacerlo, el pulso de la opinión pública. México requiere de una renovación de su vida pública y esa, bajo las reglas actuales, sólo puede madurar a través de los Partidos. De ahí que el dialoguismo, la pluralidad y la madurez para abrir las instituciones a la participación política independiente, sean las condiciones indispensables para preparar los escenarios mejores hacia el 2012.
Los Partidos deberían entender, también, que este es el último momento que tendrán para pactar una agenda de cambios profundos que cosechará aquel que triunfe en los comicios Presidenciales. Puede ser un incentivo jugoso que venza el miedo a pagar costos, en especial si se acuerda que los costos se repartan entre todas las fuerzas políticas.
Los hombres que lleguen a las Presidencias partidarias nos permitirán visualizar con claridad si se aproxima una modernización o si, fatalmente, prevalecen los intereses creados, pequeños, tradicionales, y se pospone una vez más la oportunidad de salir del camino que nos conduce al barranco