13/06/2010
Días terribles, de derribos, de desencantos. Momentos que reflejan la peor de las descomposiciones nacionales: la moral.
Noticias que estrujan y estremecen: padres que, como Saturno, matan a sus hijos. Otros que lucran con su desaparición, otras más, cientos, miles, que lloran su muerte impune.
Días de alejamiento: como en las cúpulas tecnocráticas del país, la crisis -un catarrito- terminó, entonces es hora de apretar. Por ello, el gas, la gasolina, para arriba. El PAN propone un IVA del 18 por ciento, a pesar de que da excenciones por más de quinientos mil millones de pesos a los grandes contribuyentes. Paguemos todos, menos los super ricos.
Días terribles, se augura, para los que vivimos aquí. Alguien genera una atmósfera de rencor, de enrarecimiento, porque hay que imponer una agenda, porque el fin justifica los medios, porque el peor precio que se puede pagar, para algunos, es ser derrotados por la fuerza de los votos. Es el reflejo de una política sin moral, sin escrúpulos.
Días de desengaños: dejar de ser lo que se fue, extraviada la congruencia aunque su pérdida se envuelva en un manto retórico de libertad. Expresiones que, bajo la superficie, recuerdan a Bennedetti: en la vida, el problema no es abrir la mano: es cerrarla.
Días de entender lo que somos, lejos de lo que queremos ser. Días de imaginar un país mejor, sin rencor, sin miedo: y ponernos a trabajar por él