Fernando Vázquez Rigada
Julio 7, 2014
A quien desconozca la historia y uno le dijera que Argentina era uno de los 10 países más ricos del mundo hace un siglo, le parecerá una locura. También que tenía mayores ingresos que Alemania. Que era una economía pujante. Que se le consideraba la Suiza de América.
Todo aquel que hubiera podido apostar por una nación latinoamericana en 1915, lo hubiera hecho por Argentina.
Lo hubiera hecho. Y habría perdido.
Hoy, Argentina cruje. Por populismo. Por frivolidad. Por privilegiar el personalismo a las instituciones. Por creer que el carisma es mejor que la preparación y la eficiencia.
Cruje de corrupción y hierve de ansiedad.
Argentina hoy revive sus viejas pesadillas. La de las crisis que se van para volver con más fuerza. La de la fuga de confianza que deriva, siempre, en fuga de capitales y en hemorragia de talento.
En el año 2002, la economía se precipitó a un abismo escalofriante: cayó 10.8%. Una verdadera bancarrota. El crecimiento tuvo altibajos: tasas muy aceleradas –algunas del 9%- y otros años en donde rozaba las fronteras de la recesión. Una economía con picos y valles se describe en una palabra: inestable.
Hoy, se abre nuevamente la frontera del despeñadero.
El origen de esta crisis no es económica: es política. 11 años de gobiernos personalistas, que se resumen en un apellido: Kirchner. En esa década de reelecciones sin fin, las instituciones se han socavado, las empresas han sido embestidas desde el poder público, las fronteras se han cerrado, se ha confrontado al sistema financiero internacional. Todo eso tiene un costo, y hoy lo pagan los de siempre: los ciudadanos.
Este año la economía apenas crecerá un modestísimo 0.5%. Pero el PIB per cápita retrocederá en más de dos mil dólares. Regresará a los niveles del año 2010. Un retroceso de casi un lustro. Esto se explica porque desde el año 2010, la inflación se ha ubicado en cifras de dos dígitos, pero ahora parece desbocarse y analistas privados la estiman en más de 30% anual.
Las medidas populistas y proteccionistas de Cristina Kirchner finalmente dieron de sí y obligaron al gobierno a devaluar la moneda en 19%, el peor ajuste en 12 años. A la par, las tasas de interés crecieron al 13%. Lo peor, sin embargo, fue que el Estado no redujo su gasto. Al contrario: se disparó en 31%. El déficit pasó de 526 millones de pesos en febrero del 2013 a 7,760 millones de pesos hoy.
Las previsiones son que el gobierno tendrá que recurrir a una segunda devaluación, y tendrá que hacerlo más temprano que tarde. Las reservas han caído en cerca de un 40% y las noticias de un nuevo default internacional no alivian las presiones del país.
Argentina ha incumplido. Con los mercados. Con sus compromisos y, peor: ha incumplido con su gente. Los grandes dividendos de las exportaciones de soja a China se fueron al tobogán de los subsidios. Y de la corrupción: el vicepresidente es señalado de tráfico de influencias y actos ilegales.
Con todo, el país tiene reservas importantes de gas y petróleo. China volverá a crecer y reanudará sus compras al exterior. Sobre todo, vendrá un cambio político. Se prevé que, quien sea el nuevo presidente, será más responsable que la pareja presidencial que ha llevado a la quiebra al país.
Argentina tendrá que garantizar que el cambio político llegue con un cambio de políticas públicas y con la reinstauración de la credibilidad presidencial. Es la hora de la responsabilidad. De reconstruir las instituciones. No hay otro siglo que perder.
El país enfrenta dos noticias. Una buena y una mala. La buena: Kirchner se irá en octubre del 2015. La mala: se irá hasta octubre de 2015.
@fvazquezrig
1 Comment
Hola buenas tardes, acabo de leer tu artículo, y estoy de acuerdo que Argentina está desde hace muchos años bajo un régimen populista, que sabemos hoy en día es totalmente anacrónico, ya que el «Welfare State» surge luego de la Segunda Guerra Mundial, es decir dentro de un contexto de reconstrucción de muchas naciones. En este contexto está el General Perón al mando del Gobierno Argentino, líder de gran carisma, nacido en la clase media-baja del país, formado en escuela militar, y con una personalidad histriónica, capaz de pasar inadvertido entre el pueblo.
Considero la «crisis dirigencial o política» no aparece bajo el apellido Kirchner, aclaro nunca fui simpatizante de su origen político (El justicialismo/ Peronismo). Mucho menos, fui seducida por la personalidad, ni el discurso político del fallecido presidente. Argentina, ha vivido desde su nacimiento, como República independizada de la corona española, bajo el mando de «caudillos», líderes de «a caballo» que cruzaban todo el país, con sus tropas, tras la prosecución de sus ideales libertarios. Es una Nación concebida, bajo el designio de seguir líderes, no sólo partidos políticos, que si a eso vamos, siempre se ha oscilado en el bipartidismo. Nunca se ha podido trabajar desde más allá, porque ninguno de los grandes partidas, a ofrecidos resultados efectivos, en cuanto a materia económica, ni social, ni política. El tercero en cuestión que ha saltado en el escenario político, han sido «los militares», lo famosos gobiernos de facto, que hasta el año 82, estuvieron alternándose el poder.
La idea de que Argentina fuera vista como candidata a convertirse en una «Suiza», considero yo fue sólo una proyección de algún analista político o estratega de la época, ya que jamás tuvimos una cultura bancaria y financiera a esa escala, mucho menos a principios del Siglo XX, por el contrario, en el período entre las dos Guerras Mundiales, comienza a generarse el slogan «ARGENTINA EL GRANERO DEL MUNDO», porque en las grandes extensiones de tierra fértil que posee el país, había capacidad de vender al exterior grandes cifras de semillas, a países desbastado por la guerra, más sin embargo, a mi criterio fue parte de lo que la «Nación Argentina» escoge adoptar como ideología de grandeza.
El inmigrante que llegó con hambre y ansias de tierras productivas, ve hecho realidad sus sueños, ve a este país tan rico en potencial, en contraste con tierras áridas, ríspidas como las de Europa y Medio Oriente.
La diversidad de culturas, etnias y naciones (cómo la de los Judíos) encuentran en Argentina un denominador común, que es la riqueza de sus suelos, y de allí se prendieron de manera inteligente los líderes políticos, se necesitaba «cohesión social» en medio de tanta diversidad, y desde entonces la «Grandiosidad» fue el factor que unió, más sin embargo, adelantados en la época, siempre vivimos una economía virtual.
Argentina posee excelentes académicos, excelentes economistas, más sin embargo, no heredamos de la filosofía platónica, el concepto de la «tecnocracia» o el gobierno de los mejores.
La educación se fomenta en todos los ámbitos, más tiene cabida a a hora de querer ingresar en la dirigencia política. Ya que cuanto más sabes, peor te puede ir, nunca le ha ido bien al aguafiesta, que descubre los trucos de magia.
La debacle económica, la cuál sorprendió y provocó el levantamiento social de finales de 2001, fue el resultado de venir de viviendo una economía «fantasma», sin fondos, ni reservas en el Banco Central.
A mi parecer, en las próximas elecciones, habrá más de lo mismo, se cambiará a «Cristina», por otro líder seguramente con raíces populares, que en su discurso exponga la necesidad de cambio, y mientras dice eso, estará ya prometiendo subsidios para la obtención de votos, y repartiendo despensa…
Como residente en México desde hace 10 años, y como Lic. en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, he llegado a pensar más de una vez, que la crisis política latinoamericana, arranca desde los movimientos independentistas, y de su vínculo con el pueblo, a partir de allí, a través de casi dos Siglos, hemos estado repitiendo las mismas fórmulas, cada quién en sus diferentes vertientes o sus rasgos propios de sus «pseudos democracias».