Fernando Vázquez Rigada
No hay nada más difícil que vender a un político. Sabemos que el aprecio social por la profesión es (casi) inexistente. Hay sospecha. Denuncia. Incredulidad. Por eso, la comunicación política debe reinventarse cada día. Reinventarse implica usar conceptos viejos en nuevos formatos.
Vivimos una época en el que cada individuo quiere ser protagonista de la novela de su vida. Y quiere algo más: quiere que se publique.
En este vértigo, ha surgido una nueva moda: la selfie o autofotografía. Ahí cada quien es su propio personaje, su productor, director y distribuidor.
No es nuevo, sin embargo. De hecho es tan viejo como el autorretrato mismo. Alberto Durero, pintor alemán, fue, quizá, el primer artista en pintarse a sí mismo. Existe una obra en Viena, que data de 1484, aunque la más célebre se exhibe en el museo de Louvre, y registra como fecha de producción 1493.
Son famosos los autorretratos de Van Gogh, uno de ellos en el que aparece ya con una venda sobre la oreja que ha regalado a una prostituta de la que su locura le ha hecho enamorarse; o cuya belleza le ha hecho enloquecer de amor, o que le ha terminado de enloquecer.
Como sea, el más logrado es, sin duda, el de Diego Velázquez. En las Meninas, Velázquez va más allá del autorretrato. De manera excelsa, docta, genial, pinta un cuadro en dimensiones. El Rey asoma al fondo del cuadro. El pintor aparece en una segunda atmósfera gráfica y la infanta posa para él en primer plano. La obra no termina ahí: comienza. Todos descubren a un intruso: el espectador, que literalmente se mete en la pintura para provocar las reacciones de este selfie en óleo maravilloso.
Tampoco la autofotografía es nueva. La primera se registra en el siglo XIX.
Lo que distingue a la selfie moderna es su intención. No pretende sólo registrarse a sí mismo: intenta compartir el retrato con los demás, subiendo la imagen a los poderosos motores de las redes sociales.
Ya en otro momento he comentado que la selfie se ha convertido en el arma suicida de cientos de políticos en todo el mundo. Cleopatra usó una cobra. Los romanos usaban su espada, dentro de una tina. Hitler prefirió una combinación de cianuro y plomo. Pero los políticos hoy se matan con su celular. Morir por su propia mano: sin espías, paparazzis ni trackers de por medio. Sólo por la embriaguez o la pasión.
Las selfies darán un nuevo impulso a la comunicación política. La autofoto pretende extirpar la rigidez de la escenografía y la pose. Busca la espontaneidad. La sorpresa. La captura del rasgo a quemarropa.
Ahí, en esa frescura, en esa inmediatez, en ese desparpajo está su potencial.
La selfie será a la imagen lo que las frases campiranas de Fox fueron al lenguaje del poder. La selfie desacraliza. La imagen rompe con la santidad intocable del político. Hace descender al poder a un nivel terrenal. Compare cualquier selfie a la producción de un evento de Hitler, de Castro, de Kennedy o de Obama. El político en una selfie es un ser humano: tocable, afable, cercano.
Además, la selfie permite acercar la figura del político al ciudadano. El simpatizante no sólo se queda con un recuerdo que compartirá con otros, sino que contiene un mensaje de sencillez por parte del político que, usualmente, oprime el obturador del celular para que la imagen se congele para siempre.
¿Qué tan poderoso puede ser este movimiento? Mucho. Coca Cola ha probado lo que se puede lograr con audacia y creatividad.
Su posicionamiento es tan sólido que crearon un producto personalizado pensado para obtener publicidad gratuita. La Coca Cola con nombre propio está pensada para ser tomada en una selfie, subirla a redes, viralizarla y hacer que la marca circule. No aparece el nombre de la refresquera, pero no hace falta. ¿Quién no identifica los colores y el logotipo de ola en una lata? Todo el mundo sabe que se trata de un refresco de cola. Todo el mundo quiere tener su foto con el refresco hecho (casi) a su medida. Y mientras tanto, click tras click, damos un empuje al posicionamiento de la marca.
Ahí está la clave de lo que se puede lograr. ¿Quién será el político que logre algo similar?
Lo veremos. Y lo veremos pronto.
@fvazquezrig
2 Comments
Nuevamente felicidades Fer por tu articulo de hoy.
Terminas diciendo …»Lo veremos. Y lo veremos pronto.»… a lo que me pregunto ¿Ques estas tramando mi Fer….?
Abrazo y nuevamente felicidades!!!
¡Como siempre! Muy acertados tus comentarios. ¡Felicidades! Estimado amigo Fernando Vázquez Rigada.