Fernando Vázquez Rigada
La mayor contribución de Morena ha sido poner el centro de la atención nacional el tema de la pobreza.
Los datos más recientes -lamentablemente quizá los últimos- publicados por Coneval revelan de manera descarnada la realidad: el país se parte en dos, con una franja enorme de mexicanos, 42 millones, viviendo en pobreza.
Hay dos países en tensión: el norte y el sur. El rural y el urbano. El rico y el pobre.
Los avances en el combate a la pobreza en la década del 2008 al 2018, que los ha habido, especialmente en el periodo 2014-2016, son insuficientes.
Al ritmo que llevábamos, terminaríamos con la pobreza en un siglo y medio.
Pero los datos demuestran una realidad: la gran prioridad del país debería ser generar empleo formal de calidad.
Los mayores avances en los rezagos fueron en acceso a la salud, en donde se redujo la carencia de 38.4% a sólo 16.2%: un avance mayúsculo acreditable a la creación del Seguro Popular, próximo a desaparecer.
El rezago educativo, a su vez, se ubicó en cerca de 17%: un umbral en donde es posible tener un avance sustantivo.
El problema mayúsculo viene en la fragilidad social que provoca la informalidad y el empleo mal pagado. 61 millones de personas son pobres por su nivel de ingresos y casi 72 no tienen acceso a seguridad social.
Sólo el 4% de los trabajadores del país ganan más de 15 mil pesos. 57% de la economía es informal, es decir, sus empleados no cuentan con seguridad social.
Esto describe algo preciso: una bomba de tiempo. Esos 72 millones de mexicanos envejecerán, no tendrán pensión, ni redes de cuidados, ni atención de calidad.
En esa década, del 2008 al 2018, el país creció apenas en promedio alrededor del 2.2% anual.
Ese crecimiento raquítico ha sido el mayor freno a la generación de empleo formal. Y ahora nos invitan a festinar un crecimiento de 0.1%.
La elección del año pasado trajo una nueva alternancia que implicó, por primera vez, una modificación en el signo de gobierno. Llega un gobierno de izquierda que debería tener fórmulas claras para llevar bienestar a todos los hogares.
Desafortunadamente, el arranque no es promisorio: la inversión disminuyó 6.9%. Los presupuestos a educación superior se recortaron en más de 3 mil millones de pesos; hay una aguda crisis en el sector salud; se cancela el seguro popular. Se cerraron las estancias infantiles. Desapareció Prospera.
Las redes de protección se están quitando y no es claro con qué se van a sustituir.
A la par, padecemos un claro estancamiento económico al que no se le ve salida. Los pronósticos para este año son de menos de 1% y de 1% para el año entrante.
Seamos claros: mientras no movilicemos todos los recursos de la república al objetivo de crecer, incluir y generar empleo de calidad, seguiremos incubando una explosión social.
@fvazquezrig