25/11/2013
El congreso discutirá esta semana la llamada reforma financiera. Es una reforma central para el futuro de México: para la competitividad económica y para el despegue empresarial del país.
Uno de los errores más graves que se cometió, en el gobierno de Ernesto Zedillo fue la entrega de la banca a empresas extranjeras. La relación con el sistema bancario nacional fue de vaivenes que sólo reflejaban la inestabilidad del país. José López Portillo los nacionalizó. Carlos Salinas de Gortari los privatizó. Ernesto Zedillo los rescató para luego dárselos, ya saneados, a intereses internacionales.
Los gobiernos del PAN, por su parte, permitieron que los bancos dejaran de cumplir con su función central –prestar a empresas- y que cometieran abusos que se registran en pocas partes del mundo.
La banca tiene un rol central en el desarrollo de un país. Es la energía que permite que los motores empresariales estén andando. Eso no ocurre en México.
A lo largo de la primera mitad de este siglo, la gran mayoría del crédito se destinaba al consumo. Posteriormente comenzó a abrirse el crédito hipotecario, gracias a la estabilidad que se logró a partir de Vicente Fox. Ahora se presta también a empresas y a personas físicas con actividad empresarial.
Pero la banca en México tiene varios problemas: presta poco, es difícil contratar un crédito y hay abuso. Eso es lo que se pretende corregir.
La banca presta poco: apenas algo más de la mitad de lo que prestan en otros países de Latinoamérica con respecto al PIB. Ni hablar de los países desarrollados. Es difícil contratar un crédito: los bancos son burocráticos y poco eficientes. Hay abuso: las tasas de interés y comisiones que cobran son ya no excesivas: son impensables en sus países de origen. Si se analiza el rol de las fuentes alternas de crédito (pagos chiquitos), el abuso llega a los linderos de la usura.
La reforma financiera pretende que el Banco de México tenga facultades para regular los tipos de crédito, las reglas, tasas y comisiones que se cobran. Pretende estimular el financiamiento empresarial y busca hacer que los bancos presten y que lo hagan, muy especialmente, a los emprendedores mexicanos.
Falta el tema central de refundar a la banca de desarrollo. Para decirlo en términos claros: en los hechos ésta dejó, prácticamente de existir. No puede haber un modelo de desarrollo sólido sin una banca de desarrollo eficiente.
Una banca que no tiene vínculos sólidos con un proyecto de desarrollo nacional es poco más que inútil. El estado mexicano lo permitió. Ahora hay que corregir. Lo que se pueda.