DE SUEÑOS Y PESADILLAS
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LA HORA DECISIVA
mayo 10, 2020

SOMOS MÁS

Fernando Vázquez Rigada

 

La realidad siempre desmiente. Socava. Despierta.

 

Ya somos más.

 

Los que disentimos. Los que no aplaudimos. Los que queremos un cambio para bien.

 

Los opositores.

 

Somos más. Producto del desencanto. De la decepción. De la rabia.

 

Cada día. Por goteo. Por dolor. Por desprecio, somos más.

 

La realidad está aplastando al presidente y a sus indignos secretarios.

 

Porque el luto se ha instalado en los hogares: por la enfermedad. El desempleo. Las balas. El cochupo. Todo eso nos ha convertido en un país poblado por víctimas.

 

López Obrador se desfonda. Porque no sabe, no puede y no quiere resolver los problemas del país.

 

Está arruinando a México y terminará arruinando los hogares.

 

El presidente ignora que en política se es dueño de los silencios pero esclavo de sus palabras.

 

Por eso muere por su boca.

 

La semana que termina fue de pesadilla. Dijo que el COVID está domado. Pasó de 13, 842 a más de 23 mil 500. Los muertos de 1,305 a casi 2,300.

 

Los hospitales que hierven de infectados ya no bastan para ocultar la realidad de la magnitud de la pandemia. Veinte millares de contagiados dice la vocería oficial pero los expertos alertan que podrían ser un millón: que la cifra del subsecretario útil debe multiplicarse por 30 o por 50.

 

La gente intuye. La gente sabe. La gente piensa.

 

Las cifras alegres ensombrecen ante lo que ocurre en Tijuana, en Culiacán, en Villahermosa, en Lomas Verdes, en Ecatepec.

 

Los muertos no cuadran con los contagios. El nivel de letalidad es mayor que en el mundo: por falta de pruebas, porque el gobierno apostó fallidamente a la “inmunidad de rebaño”: convirtiendo a la gente que creyó en ellos en ganado.

 

Hugo López Gatell, enamorado de sí mismo, no atina a dimensionar su abismo: terminará como el Chapa Bezanilla del sexenio.

 

La otra emergencia, la económica, estalló en la cara al presidente que insiste en que este drama le cayó “como anillo al dedo”.

 

La economía cayó 2.4%, pero eso sería casi anecdótico de no verse el bosque: durante cinco trimestres, la economía se ha contraído. En todos. 15 meses de caída. Justo los que lleva este, es un decir, gobierno.

 

El virus que infectó a la economía no es Covid, sino Amlo.

 

La pobreza intelectual, suya y de su gabinete, el tremendo déficit de incompetencia, los desnudó: en 15 meses, PEMEX y CFE han perdido más de un billón de pesos. Un millón de millones.

 

En cada barril que Pemex extrae pierde 500 pesos y por cada barril que procesa de gasolina, 300.

 

La devaluación de la moneda es ya del 38%.

 

El anillo aprieta el dedo: la deuda creció por la devaluación 1.1 billones de pesos. Por esa misma razón, Dos Bocas, siempre un capricho y un despilfarro, hoy costará 60 mil millones de pesos más.

 

Por último, la violencia no cesa. El país “serenado” por la palabra mágica del presidente sólo existe en su mente. Marzo: el mes más violento del sexenio. Abril 20, el día más violento registrado: 105 muertos. Reina solo un día. El día siguiente es peor: Abril 21, 114.

 

Por eso somos más.

 

Esta semana, también, derrumbó el mito de su monopolio.

 

Dijeron, una y otra vez, que no había oposición.

 

Pues sí hay.

 

Gobernadores del PAN devuelven insumos inservibles a la federación.

 

EL sector privado pacta por su cuenta 300 mil millones de apoyos a empresas: 12 veces más que el programa oficial.

 

En el congreso la oposición frena el intento de López Obrador de agandallarse el presupuesto.

 

Una organización de la sociedad civil desenmascara (otra vez) la podredumbre de este gobierno: el hijo de Manuel Bartlett vendió ventiladores a precio de escándalo.

 

Los medios divulgan el drama médico. Los analistas desmenuzan el nivel de descomposición. Las redes dan eco a la tragedia incesable de esta desolación llamada México.

 

Sí hay oposición y no sólo eso: somos más.

 

Este gobierno está finalizado: por su ineptitud. Por su arrogancia. Por su pequeñez.

 

Nada puede contra la verdad.

 

La verdad es testaruda y más: no miente ni se esconde.

 

Por eso somos más. Qué pena que este sea el costo.

 

Con todo, ya se van. Aunque aún ni lo crean ni lo vean. Se van. Somos más.

 

 

@fvazquezrig

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