EU: LO QUE ESTÁ EN JUEGO
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ANECDOTARIO

Por Fernando Vázquez Rigada.

 

A lo lejos, recuerdo. Con rabia. Con tristeza. Quizá con estupor.

La historia importa. La cultura enseña. La memoria alerta.

Hay cosas que no hay que decirlas: basta entenderlas.

Van 8 estampas que, a vuelapluma, me asaltan:

 

  1. Adolfo López Mateos ubicó a John F. Kennedy:

-Soy Presidente de México, no vendedor de bienes raíces.

Kennedy le había preguntado cuánto costaba El Chamizal: un poblado mexicano que había quedado del lado norteamericano por el cambio del caudal del Río Blanco. México recuperaría su propiedad en un juicio internacional.

 

  1. Richard Nixon declaró la guerra a las drogas. Le exigió a Gustavo Díaz Ordaz que clausurara el trampolin de las drogas que era México. Díaz Ordaz le reviró:

-Somos el trampolín hacia la inmensa alberca que es Estados Unidos.

 

  1. Lázaro Cardenas respondió a los representantes de las empresas petroleras inglesas y norteamericanas, cuando le preguntaron quién les garantizaba que los trabajadores mexicanos terminarían la huelga que paralizaba sus operaciones:

-El presidente de México.

Un petrolero, insolente, le reviró:

-¿El presidente de México y quién más?

Cárdenas se levantó de la mesa y abandonó la sala. Días después expropió las compañías petroleras.

 

  1. «Entre vecinos, el engaño o el abuso son frutos que tarde o temprano el tiempo revierte. Nada injusto se mantiene sin violentar la decencia o la dignidad» dijo José López Portillo a Jimmy Carter en una recepción, después de que EU incumplió su promesa de comprar gas natural a México y le hizo invertir miles de millones de pesos en la construcción de un gasoducto ya inútil.

 

  1. Manuel Pelayo era un cacique de la huasteca veracruzana empleado de las empresas petroleras. Hizo secuestrar a un hermano de Venustiano Carranza, presidente y primer jefe de la revolución. A cambio de su vida, demandaba que Carranza modificara el artículo 27 constitucional que daba a México la propiedad del subsuelo. El primer Jefe respondió:

-El presidente de México no tiene hermanos.

 

  1. Un Secretario de Estado, influyente y cercano, le aconsejó a Adolfo Ruiz Cortines declarar la guerra a Estados Unidos. Terminada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos invertía masivamente en Europa. El ministro razonó: «perdemos y luego nos reconstruyen, como a los europeos con el plan Marshall».

Ruiz Cortines se sumió en silencio. Negó con la cabeza. Con su picardía contestó:

-¿Y si ganamos?

 

  1. Decía Bennedetti que uno no siempre puede hacer lo que quiere, pero siempre puede no hacer lo que no quiere. Jesús Silva Herzog estaba convencido que Miguel de la Madrid conducía al país al precipicio por la influencia desmedida de su secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas.

Presentó su renuncia. Incluyó una frase determinante en ella, inconcebible en aquel México abyecto: «con carácter de irrevocable».

Y se fue.

 

  1. Maximiliano, antes de llegar a México, le escribió a Juárez. Le anunciaba que venía a desplazarlo. Le invitaba a sumarse como empleado de su imperio.

Juárez, el más grande mexicano, hizo dos cosas. La primera: le respondió su carta:

«Es dado al hombre, algunas veces, atacar los derechos de los otros, apoderarse de sus bienes, amenazar la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer que las más altas virtudes parezcan crímenes y a sus propios vicios darles el lustre de la verdadera virtud”.

«Pero existe una cosa que no puede alcanzar ni la falsedad ni la perfidia y que es la tremenda sentencia de la historia. Ella nos juzgará».

La segunda acción fue más categórica. Derrotó la insolencia extranjera y aleccionó, finalmente, a Maximiliano: lo fusiló.

 

Qué pena. La historia ya parece ficción.

 

@fvazquezrig

 

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