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EL LÍDER PAPA

Fernando Vázquez Rigada

 

El Papa Francisco no ha sido solo una bocanada de oxígeno a una iglesia desfalleciente: se ha revelado como un político excepcional.

Su primer gran logro político fue su propia elección. Tras el papado anticlimático de Benedicto XVI, el propio Ratzinger saca de la chistera dos liebres para pasar a la historia. Primero, se va. Nadie, desde 1415, lo había hecho. Segundo: prepara su sucesión con pericia.

Dentro del cónclave, sede de la lucha política interna más feroz, Bergoglio opera con maestría y logra los votos para abrir la compuerta del humo blanco.

Logra, con ello, varios logros centrales. Es el primer papa no europeo desde el año 714. El primer latinoamericano, y el primer jesuita.

Su capacidad intelectual, su sensibilidad política, su carisma y su genialidad comunicacional, lo convierten en el mejor político vivo.

Hacia adentro, maneja con mano izquierda la deconstrucción de mitos que perjudicaban la viabilidad religiosa: admite el divorcio, suaviza la postura con respecto al homosexualismo, condena la pederastia dentro de la iglesia, demuele a los legionarios de Cristo, disminuye al Opus Dei sin romper con ellos.

Su papado está lleno de simbolismos. Renuncia al oropel y a las vestimentas suntuosas. Declina vivir en el palacio papal (“Demasiado grande”, afirma). Visita a menesterosos. Lava los pies de una musulmana. Usa twitter. Habla por teléfono con sus amigos y vecinos en Argentina. Viaja en Estados Unidos en un Fiat compacto que contrasta con el músculo de las SUVs negras que lo rodean y dicen protegerle. Va a una cárcel en Filadelfia.

Al arranque de su papado, una periodista le pregunta sobre el contenido de un maletín que siempre lleva con él. Francisco se sorprende. Contesta, incrédulo:

-Bueno, llevo en él lo que lleva cualquier viajero: rastrillo, desodorante, peine…

Su actividad en el plano internacional es trascendental. Logra abrir vasos comunicantes entre Cuba y Estados Unidos. Deshiela un conflicto de más de medio siglo que no pudieron resolver 10 presidentes norteamericanos. Visita a ambos países, en una sola gira. Usa otra vez un simbolismo fino: entra a Estados Unidos desde Cuba.

Antes de partir de la isla, otra semilla germina. Al día siguiente, se anuncia, como si nada, la paz en Colombia. Es, me dice un amigo colombiano, el mayor anuncio para ese país en medio siglo.

Cuando al Papa le preguntan por qué no fue a México, dice con finísima ironía:

-Haber entrado por Ciudad Juárez sin visitar a la Guadalupana habría sido una bofetada.

Traducción: no tiene intención de ir a la capital, la sede de la basílica, sí, pero sobre todo la sede del poder político. Ese, al que ha enviado mensajes sutiles pero contundentes, como pedirle al obispo de Morelia, Alberto Suárez,  en el 2014, que desistiera de su retiro para después ascenderle a Cardenal, significando la importancia de Michoacán para la iglesia.  O haber enviado a su representante, el Nuncio Pierre, a oficiar una misa en Ayotzinapa en la navidad del año pasado.

Francisco subraya que, de haber venido, habría entrado a EU por Juárez. Por una cicatriz que marca el horror del nuevo tiempo mexicano. Por un cruce que eligen miles que hoy están amenazados por la xenofobia y el odio racial. Por Juárez, justamente, y no por ningún otro punto fronterizo, que abundan.

En el Congreso de Estados Unidos, Francisco da una lección de oratoria y mensaje excepcional. Dice palabras como puños que, sin embargo, hacen que los hombres más poderosos del mundo le aplaudan de pie. Abre con un capotazo genial: abre su discurso congratulándose por estar ahí, en la tierra de la libertad y la casa de los valientes, citando el himno de Estados Unidos.

Todos, les recuerda, magistral, fuimos alguna vez extranjeros. Días después, alerta “Estados Unidos se salvará gracias a los migrantes”

Sin violencia, con elegancia, con la feroz contundencia del lenguaje suave, Francisco ha hecho una postura moral del mundo y de su iglesia frente al discurso de odio de los radicalismos peores, como el de Trump.

No ha omitido la autocrítica. “Dios llora por esta vergüenza” lamenta en Nueva York por las víctimas de los sacerdotes pederastas.

No cabe duda. Francisco es un Papa fuera de serie. El político en funciones más grande de nuestro tiempo. El estadista vivo que se encuentra a la altura de Mandela y Walesa.

Solo que él, Francisco, posee una influencia global. Igual que el ejemplo de todos ellos, que es un referente para la humanidad.

 

@fvazquezrig

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