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LA VERDADERA ESCASEZ

Por Fernando Vázquez Rigada

 

 

Finalmente el propio gobierno se vio precisado a admitir que hay una crisis de escasez de combustibles.

 

Aún no se reconoce que esta se generó por 5 factores: ideología, incompetencia, cálculo, demagogia y legalidad.

 

Por ideología, a partir de la llegada del nuevo gobierno, el país dejó de importar tres insumos clave para su funcionamiento: gasolina, petróleo ligero y aditivos.

 

México no funciona sin importación de gasolina. 8 de cada 10 litros que se consumen en México son importados. Dejar de importar es generar escasez.

 

Las destartaladas refinerías mexicanas sólo pueden producir gasolina a partir de petróleo ligero: uno que México no produce. Dejar de importarlo redujo su incipiente producción. La importación bajó justo en el mes de mayor consumo: diciembre.

 

Por último, la refinería de Salamanca cerró por falta de un aditivo que no se importó. Todos estos son datos duros.

 

De la mano de esta decisión ideológica, llegó la incompetencia. Los nuevos funcionarios de Pemex no saben cómo administrarla. Dos ejemplos:

 

  1. Desde el día 9 de diciembre, 3 semanas antes del cierre de ductos, había al menos un buque atracado en costas mexicanas sin poder descargar por saturación de terminales. Había un nudo logístico, aún con ductos abiertos.
  2. Los financieros de Nueva York quedaron aterrados tras la presentación del subdirector de finanzas de Pemex. La conclusión fue que no tenía idea del negocio. Resultado: subieron medio punto los intereses de bonos de Pemex.

Pero temo que la correcta decisión de atajar el tema del robo combustible, se precipitó por un tema de cálculo político. La cruzada se lanzó tres días después de la muerte de Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle. Tras su deceso, el día 24, siguieron dos días de pesadilla para el gobierno. El reflector giró, el 27, hacia los huachicoleros: tema de seguridad nacional. No tenía sentido hacer un anuncio de la magnitud de la embestida contra el Cártel de Combustibles en plenas vacaciones. Había una necesidad de fijar un tema nuevo, y se hizo.

 

A partir de ese anuncio, el día 27 de diciembre, se generó una serie de contradicciones y estalló la escasez. Fue a partir de entonces que se decidió cerrar los ductos. Ese día, sin embargo, el presidente dijo que sólo el 20% del saqueo era por ordeña de los mismos. La mayor parte del saqueo, nos aseguró, provenía de adentro de Pemex y de robo a pipas. Pero 14 días después, el 10 de enero, dijo exactamente lo contrario: tenemos información suficiente de que el robo mayor es a través de toda la línea de ductos.

 

¿Por qué se contradijo? Porque le estalló el desabasto en el núcleo de su base más dura: la Ciudad de México. El Bajío sufría desde inicio de año, pero eso no disparó las alarmas: la secretaria de energía tuiteaba entretenida sobre el juego del Tiburones Rojos en plena crisis de la zona industrial más importante de México.  Fue sólo hasta que la realidad golpeó a la capital cuando el gobierno federal verdaderamente se preocupó. La capital es el nudo poblacional y de comunicación más importante de la República. Todavía el día 8, en entrevista en El Financiero, el presidente minimizó lo que ocurría en la CdMex: sólo habían cerrado 6 gasolineras en la capital. Concedió que podían ser, quizá, 20. Pero no: fueron más de 100.

 

Nadie puede negar que el combate al huachicol es una decisión valiente, correcta, y aplaudible. El saqueo a PEMEX era un insulto a la República. Se sabe que la refinería de Salamanca estaba en manos del crimen. Que se llegó al extremo de robar buques o plataformas enteras. Que había un gigantesco mercado ilegal de combustibles robados. En fin: una vergüenza.

 

No obstante, claramente el gobierno no tenía un plan bien diseñado para detener criminales y garantizar el abasto. Si era indispensable cerrar los ductos, como dijo el 10 de enero, tendría que haber una logística preparada para reducir los daños.

 

Si no era necesario, se debe explicar por qué entonces se tomó una decisión que afecta a 58 millones de mexicanos. El gobierno tampoco tenía una estrategia de comunicación para advertir lo que vendría.

 

La magnífica intención de fracturar uno de los eslabones más jugosos del crimen y la corrupción se estrelló contra la terquedad, la falta de preparación, la nula planeación y la desastrosa implementación.

 

Veremos si esta fue la novatada del gobierno o sí, fatalmente, será su norma: la escasez de talento.

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