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CAMBIO DE RÉGIMEN

Fernando Vázquez Rigada

 

 

En su primer informe, López Obrador hizo una declaración que alerta: la intención de sustituir el régimen político.

 

Es una afirmación muy peligrosa.

 

El régimen político se establece en la Constitución. No hay otro. Se tutela en el artículo 40: México es una República representativa, democrática, laica y federal.

 

¿Qué es precisamente lo que quiere cambiar López Obrador?

 

La República es la forma de gobierno por la cual el poder no se hereda y cuya titularidad se renueva periódicamente.

 

Representativa significa que la soberanía se ejerce a través de representantes electos.

 

Democrática, que esa representación se conforma a través del voto libre y se controla a través de diversos mecanismos institucionales y legales.

 

Laica, que el estado no sólo carece de religión, sino que garantiza que cada persona decide y ejerce libremente su credo, incluida la ausencia de religión.

 

Federal implica que la República se eslabona por estados libres y soberanos, unidos bajo un pacto federal.

 

¿En qué consiste el cambio de régimen?

 

¿Se sustituirá la República? ¿Por qué? ¿Por una monarquía, un tercer imperio, una dictadura?

 

El elemento medular de la República es la sucesión continua, cierta, programada, libre, de los poderes públicos.

 

Por eso se ata con la definición de república democrática: en donde son los ciudadanos quienes definen a sus representantes en elecciones periódicas y libres. La democracia no es el fuerte de Morena. Parece seguir el patrón de muchos gobiernos: llegar por medios democráticos al poder para destrozar a la democracia.

 

Una tentación permanente de los populistas es dislocar la democracia representativa para suplantarla por un engendro llamado democracia directa. Castro fue el impulsor del asambleísmo que borraba al parlamento. En las votaciones a mano alzada en mítines se tomaban decisiones de estado, por encima de la ley. Chávez, Maduro, Morales y los suyos inventaron las consultas para perpetuarse en el poder.

 

La mayor contradicción ideológica de López Obrador reside en el pisoteo al estado laico. Posee vínculos orgánicos con las iglesias cristianas y sus mensajes incluyen connotaciones religiosas. El presidente no da discursos: predica. Nada lo aleja más de Juárez que su fanatismo.

 

Pero el federalismo es algo que estorba al mandatario. El nombramiento de delegados generales es seguido por la centralización en todo: en las adquisiciones, en la educación. Va por la salud. En el núcleo de la centralización se encuentra él: poco se decide sin pasar por su escritorio.

 

Pocos entienden su dimensión y el peligro de cambiar el régimen. Va en serio.

 

No sabemos en qué piensa el presidente cuando se refiere a él pero temo que sea, quizá, efectivamente, todo lo anterior.

 

@fvazquezrig

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