Articulos 2012

03/09/2012
Uno de los objetivos centrales de la administración que encabezará Enrique Peña Nieto será tener una presidencia eficiente.  No es un tema menor. El aprecio de los mexicanos hacia la democracia se ha ido erosionando año con año. Fueron décadas de empujar desde la sociedad un cambio democrático. Cuando llegó, las cosas no fueron tan bellas como la aspiración colectiva creyó.

La economía está estable pero sin crecimiento potente. Los dividendos del crecimiento no se reparten. La inseguridad permea. La violencia inunda a la República. La corrupción sigue expandiéndose en el cuerpo público. Los gobernadores han ido taponeando el desarrollo democrático en lo local.
Peña Nieto tiene el reto de hacer que las cosas funcionen y más: debe hacerlo desde la democracia.

Para lograrlo, tiene que haber un replanteamiento del uso del poder. El mensaje central es que el poder sirve. Un poder útil es aquel que hace que las cosas sucedan, que proteja, que sea respetado e incluso temido. Un poder útil usa todos los instrumentos del estado para conseguir sus objetivos y despliega las numerosas habilidades políticas para cumplir una agenda pública.

Para ello, el nuevo gobierno no sólo deberá tener claridad de objetivos y reordenar el uso del poder, sino que tendrá que avanzar en un tablero a dos niveles.
El primero de ellos es el que dará viabilidad a la nación. Ahí entran las grandes reformas, el replanteamiento del modelo económico, la concepción de una nueva relación con Estados Unidos y Canadá, la inserción de México en la comunidad transpacífico, la agenda de seguridad y una gran reforma de estado. Son temas de gran calado. De proyecto de país. Pero llevan tiempo: uno que Peña no tiene.

Por lo mismo, deberá moverse en un segundo nivel. Uno que aproveche la expectativa de la segunda alternancia y genere un momentum reformista. Hay temas pendientes que poseen un alto simbolismo de ineficiencia y que, de resolverse pronto, pueden mandar las señales correctas. Que Mexicana vuele. Que un nuevo aeropuerto se anuncie. Que se replantee la relación con el SNTE. Que se quiebre un monopolio. Que se encarcele a un corrupto. Que se rescate un estado. Que se detenga un capo. Que se apruebe una reforma importante. Esos son los temas de corto plazo que pueden y deben resolverse.

Milton Friedman dijo que si un nuevo administrador no hace cambios profundos en los primeros tres meses de gestión, quedará preso de los intereses creados: un triángulo de hierro. Esa no es una posibilidad para el nuevo gobierno.  Peña debe salvar a la democracia desde la democracia. Pasar de la lógica de la alternancia a la de la transición. Garantizar que lo peor del PRI no volverá, pero sí lo mejor. Entender que el poder del simbolismo es en ocasiones tan importante como el ejercicio del poder.

octubre 4, 2013

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