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El Cambio que Viene

11/06/2012

Lo que se definirá el próximo primero de julio será la forma cómo México encontrará un nuevo modelo de desarrollo y, con suerte, un nuevo sistema de vida. Esa es la demanda masiva de la sociedad.

La idea de que es impostergable una nueva vía para que  México recobre su esplendor se encuentra profundamente arraigada en la mente de la sociedad. Hay un consenso mayoritario en el país: tiene que cambiar. Los principales problemas nacionales se reducen a una idea aglutinadora urge transformación real del país.

Por eso las propuestas de los partidos giran en torno a la oferta de cambio. México necesita un nuevo rumbo, dice Enrique Peña Nieto. Cambio verdadero, postula López Obrador: los candidatos que hoy concentran el 75% de la intención de voto. El anclaje del desencanto es tan profundo y sólido que hasta el oficialismo tuvo que recurrir a una fórmula que apostara a un México diferente.
Si la clase política estuviera consciente del grado de hartazgo de la sociedad, debería estar lista para generar un gran acuerdo de poder para renovar al país.

La crónica de estos días es la historia del fracaso rotundo de la alternancia. Hay la certeza de que la transición quedó trunca, que el cambio ofrecido no llegó, que el país se encuentra empantanado y que existe un pacto de elites para proteger el status quo por encima del interés público. El Estado está secuestrado y parecería habérsele sometido a un ayuno prolongado y a una lobotomía: carece de músculo y de inteligencia.
La pobreza sigue desbordando. La informalidad alcanza al 30% de la economía. La migración no cesa, aunque ahora se legalice. La competitividad cae. La educación está produciendo ignorancia funcional. Los centros de salud diagnostican, pero no curan por escasez de medicinas. Hay 60 mil muertos. Ese es el saldo descarnado de estos años.

En 1910, Porfirio Díaz se reeligió por octava ocasión un 10 de julio. Para lograrlo, renunció a su promesa de no presentarse a elección y anunciar que la democracia llegaba. Hizo algo más: encarceló a su principal opositor y ganó con el 98% de los votos. Lo hizo porque no supo leer que el sistema de vida que había construido se había agotado.

El cambio llega. Puede posponerse, como se ha hecho. Puede administrarse, como se anuncia. O puede imponerse, como algunos quieren. La gran pregunta es la forma como llega. Aquellos que hacen que el cambio democrático sea imposible, logran que llegue el cambio violento. Pero no hay que equivocarse, el cambio siempre llega.

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