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LA MAYOR CRISIS

FERNANDO VÁZQUEZ RIGADA

 

En política, como en la vida, hay golpes demoledores. Que lo cambian todo. Que se asumen o destrozan.

Eso es la fuga de Joaquín Guzmán Loera, “el Chapo” para el gobierno de Enrique Peña Nieto. No es un asunto más: es, después de Ayotzinapa, la peor crisis. Sólo que ésta llega a un presidente debilitado, con credibilidad decreciente. Reprobado.

A un gabinete desorientado. Inconexo. Aturdido.

Abre flancos por todas partes. Algunos, de riesgo mayúsculo.

Primero: Despedaza lo poco de credibilidad que tenía Peña. Desnuda la fragilidad extrema de la institucionalidad mexicana. Imposible pensar en una fuga así en un país desarrollado, donde prive la honestidad y gobierne la ley. La fuga es el resultado de la corrupción que nos carcome. De la impunidad. La confirmación de que nada ha cambiado. A Fox se le escapó el chapo a días de haber asumido la alternancia. Tenía en su favor el bono democrático. A Peña se le fuga cuando está lleno de pagarés ante la sociedad que le exige, sin resultados, cambios.

Segundo. Tensa, aún más, las relaciones con las fuerzas armadas. ¿Para esto morir? ¿Para esto exponer su prestigio? Nunca, en la historia moderna de México, había existido una exposición mediática como la que ha tenido el General Secretario, Salvador Cienfuegos. Ha hecho público su malestar. Su incomodidad. Acaso su hartazgo y su preocupación. La situación es grave. Un helicóptero derribado en Jalisco. Paracaidistas torturados y ejecutados. Días después, en Tamaulipas, otro helicóptero, éste de la Marina, atacado desde tierra. El hampa libra una guerra, tal como son todas: crueles, despiadadas. A los soldados se les juzga en la guerra con leyes de paz.

Tercero. La mayor indignación proviene de una corrupción desbordada, sin cuartel y peor: sin castigo. Lo dijo el propio Cienfuegos, en una declaración gravísima a El Universal: uno de los cuatro riesgos a la Seguridad Nacional es la corrupción. ¿Exageración? Ya vimos que no. El mayor criminal del país, y uno de los más peligrosos del mundo, está suelto. Por complicidad. Por deshonestidad. Por dinero. Veracruz en quiebra, sin dinero para pensiones. Nuevo León desbordando lo que el drenaje del nepotismo ya no puede contener. Jalisco sin gobierno. Oaxaca tomado por la CNTE. Sonora con un gobernador impresentable. Guerrero medio gobernado por quien se fue, ligado al menos en su omisión con el crimen organizado. Las casas, mansiones, sin veredicto formal después de meses de investigación. La impunidad ofende y está matando al país.

Cuarto. El secretario de gobernación regresa presuroso de París. Revienta una crisis nacional e internacional y no hay mandos en el país. El uno y el dos, en visita al exterior. Los protocolos elementales de gobernanza establecen que jamás deben ausentarse ambos. Se inscribe en las normas de Estados Unidos y de los países desarrollados.

Quinto. Padeceremos un recrudecimiento de la violencia, particular, aunque no exclusivamente, en el Pacífico (Que dejará de serlo). Ante la caída del Chapo, el Cártel Nueva Generación había ocupado un lugar preponderante. Pero ahora el Capo di Tutti Capi está de regreso. Habrá reacomodos en el hampa. Y serán sangrientos.

Sexto. La fuga impacta de frente la relación con Estados Unidos. Su colaboración, supuestamente sólo tecnológica, fue clave para atrapar a Guzmán. Se solicitó la extradición. Se negó. Ahora se esfumó. Como Caro. Como el Menchito. Somos socios poco confiables. Incómodos. Sucios.

Séptimo. Agrava las relaciones con las ONGS y los grupos de Derechos Humanos, que una y otra vez, con razón, han insistido en que aquí no hay autoridad, ni ley, ni nada. Las ONGS son expresiones de la sociedad misma. El desfonde de la credibilidad es mayúsculo.

Peña Nieto enfrenta, así, la peor crisis de su gobierno. Ayotzinapa fue una crisis que evolucionó, por un mal manejo, hasta golpearle de frente, pero no fue una responsabilidad directa del gobierno federal. La fuga del Chapo sí. El deterioro del gobierno es mayúsculo. Su andamiaje cruje.

Sobreponerse a ésta crisis implica la necesidad de asumir que las cosas no van bien. Que la frivolidad no puede seguir. Que los amigos son para convivir, no para gobernar. Que las burbujas terminan asfixiando. Que en política, o pones los pies en la tierra o la tierra termina tapándote.

Ganar legitimidad desde el poder es muy difícil, pero posible.

Las coordenadas para salvar este barco pasan por realizar cambios urgentes en el gobierno. Llamar a los mejores, aunque no sean paisanos, hidalguenses o amigos. Pensar en la generación de un Gobierno Nacional, con expresiones no sólo de todos los partidos, sino de la sociedad. Intervenir estados en donde la corrupción es manifiesta. Limpiar la casa. Descabezar a la CNTE y hacer que se cumpla la ley. Fortalecer la institucionalidad. Recuperar la potestad del Estado en todo el territorio Nacional. Hacer que las reformas se apliquen con pulcritud excepcional y con rapidez manifiesta. Continuar con las reformas y convertir el combate a la corrupción una prioridad nacional.

Hay dos prioridades y no puede haber más: recuperar la potestad del Estado, la autoridad, y restituir el imperio de la ley. Todo lo demás son consecuencias.

Esa es una opción. La otra es continuar con lo de siempre. El caiga quien caiga. Llegar al fondo. Cesar subsecretarios. Encarcelar custodios. Firmar un gran pacto contra la impunidad. Seguir dirigiendo una orquesta desafinada y tocando la misma tonada en la cubierta de este barco que tiene un nombre preciso: Titanic.

 

@fvazqauezrig

Comentarios

comentarios

1 Comment

  1. lagriegag dice:

    Haber que hace la PGR tan ocupado estaba Cienfuegos en dejar a toda su paténtela acomodada en la administración publica que olvido cerrar las crujías del «chapo» pobre México haber EPN que castigo pondrás a tus servidores públicos ineptos.

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