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junio 17, 2019

LAS CRISIS DE LÓPEZ

Fernando Vázquez Rigada

 

 

La semana que concluye nos dio una muestra de los tiempos que se avecinan si no hay una rectificación urgente del actual diseño estratégico de la 4T.

 

Fue una semana de espanto: crisis internacional, disminución de calificaciones del país, reducción de la de PEMEX y CFE, contracción de inversión y consumo, alza de gasolinas.

 

Todos esos golpes tienen un hilo conductor: fueron generadas por malas decisiones de Andrés Manuel López Obrador.

 

La zozobra nacional que concluyó con una serie de concesiones para salvar la amenaza de aranceles prueba algo de manera categórica: la antigua visión del presidente de que la mejor política exterior es la interior es una falsedad y peor: es un fracaso.

 

Los vaivenes de capitales, de la paridad, la complejidad para mantener los equilibrios dentro de Estados Unidos, tener un canal con Canadá, abrir negociaciones con Guatemala, demuestran que el mundo es demasiado complejo, e impacta a México, como para mantener una mentalidad pueblerina.

 

La relación con el mundo importa, y mucho.

 

Digámoslo claro: esta crisis la generó López Obrador cuando dijo que se darían visas de trabajo a centroamericanos. Lo dijo en octubre. 80 mil para empezar solo en Chiapas. Vendrían más.

 

La palabra presidencial genera no sólo opinión pública. También incentivos. Y ese fue uno, enorme, que desató un río humano, caudaloso e imparable, hacia Estados Unidos.

 

Mientras tanto, en México ni había visas ni había empleos: se generaron sólo 48 mil en el primer trimestre del año y 30 mil en abril.

 

El empleo es una consecuencia: no de los buenos deseos, ni de intenciones sino de inversiones. Se anunció en la semana que dos motores de la economía están apagados: la inversión cayó 3% de febrero a marzo, el consumo 1.5% y la industria está en recesión.

 

Este desastre comenzó con el empecinamiento de cancelar el aeropuerto y la posterior confirmación de que la 4T no tiene un plan coherente de desarrollo para México.

 

El tumor que más supura es Pemex que sería, en teoría, el eje articulador del crecimiento. Su cuerpo directivo se ha distinguido por su pequeñez y mediocridad. Sus apariciones internacionales han sido desastrosas. Sin un plan de negocios profesional y realista, la confianza le ha sido retirada mes con mes.

 

La ineptitud en su administración se refleja en un solo dato: sus resultados. La empresa perdió 35 mil 719 millones de pesos en el primer trimestre del año, cuando en el mismo periodo de 2018 ganó 113 mil millones.

 

Su deuda asciende a 105 mil millones de dólares, de la que solo este año tiene que pagar más de 30 mil. La paraestatal se encaminó a dar un salto mortal, sin red y sin entrenamiento: enfatizar la necesidad -electoral- de comenzar a refinar.

 

La decisión ideológica de gastar 8 mil millones de dólares a un negocio perdedor -la construcción de la refinería de Dos Bocas- mandó la señal clara a los mercados que la paraestatal va al abismo. Las mejores empresas del mundo y el Instituto Mexicano del Petróleo concluyeron que no había forma que la refinería costara eso, sino casi el doble y que no sería terminada en tiempo. El Presidente tiró a la basura los estudios y decidió construirla él mismo. Dijo que costaría 8 mil en tres años. No dijo que engañaba: la refinería será de la mitad de capacidad original. Los expertos no se equivocan.

 

La administración pública está siendo destruida y eso tiene un costo. La economía manejada en Los Pinos es un barril sin fondo. El gasto desmedido obligó a liberar el precio de la gasolina Premium. CFE perdió 13 mil millones de pesos.

 

El peso está aguantando porque la inflación alta obligó a BANXICO a mantener la tasa alta de interés mientras en EU bajarán. Pero los vaivenes de la semana son una premonición: viene una crisis.

 

Llegará tarde o temprano.

 

Y, no hay ya duda, esa crisis, temible, llevará un apellido de paternidad: López.

 

@fvazquezrig

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