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UNIDAD

 

30/05/2011

Los ejercicios de unidad política llevan inscritos poderosos mensajes para la sociedad. Primero, que los intereses de los ciudadanos son más importantes que los partidistas. Segundo: que el pragmatismo en pos del interés común es superior a los dogmas ideológicos. Tercero: que hay la capacidad de dar, por un lado, una correcta lectura a la problemática de coyuntura y, por otro, que se tiene la capacidad de generar acuerdos de amplio espectro.

Por este motivo, los acuerdos de unidad nacional han sido siempre un ejercicio de responsabilidad política, de creatividad y de excepción en tiempo de crisis agudas. Han surgido, además, en momentos en que el Estado ya no es capaz de enfrentar por sí mismo los problemas y se requiere de una amplia movilización para hacerlo. Es una respuesta emergente a problemas que afectan a la nación, no al Estado.

Así, la fórmula ha dado resultados para promover la participación política colectiva y recuperar la capacidad de generar agendas de gran calado y anchura de miras. Su aparición se ha dado, de manera recurrente, para salvar los procesos de desestabilización y cambio en África, en Líbano, Palestina y fue la salida a los conflictos recientes en varios países árabes, particularmente en Túnez. La fórmula fue explorada, también, en la cercana crisis hondureña.

Michoacán es un Estado de la República que se desmorona. Es el sexto Estado con mayor porcentaje (54%) de pobreza de acuerdo al CONEVAL.
Bajo la nueva medición federal, la pobreza que agobia a su población la agrede en acceso a los servicios de salud, baja escolaridad, incapacidad de alimentarse correctamente, entre otros factores centrales para la calidad de vida. Existen 38 municipios de alta o muy alta marginación de un total de 113. El PIB per cápita del Estado es 34% menor al del promedio nacional.

De acuerdo a cifras oficiales, un promedio de 35 mil michoacanos emigraron cada año, en el sexenio de Vicente Fox: alrededor del 1% de su población. Por ello, Michoacán es, junto con Jalisco y Guanajuato, una de las tres entidades que más expulsan ciudadanos de su territorio, de acuerdo al censo 2010.

La pobreza ha incubado conflictos serios en su interior: hay una bomba de tiempo activada en la meseta purépecha y, acaso más grave, el crimen organizado ha extendido sus tentáculos por toda la geografía michoacana. Existen indicios de una penetración importante del crimen en la estructura municipal y estatal, lo que genera, en conjunto, un coctel explosivo en las elecciones de noviembre próximo.

Pero Michoacán no es un Estado cualquiera: es una entidad con gran simbolismo político. Es la cuna de Lázaro Cárdenas, uno de los Presidentes más importantes de la historia de México. Su ideario inspiró la formación de la izquierda contemporánea. Su hijo, Cuauhtémoc, es uno de los líderes políticos más importantes de la historia moderna de México y su nieto fue, como su padre, Gobernador del Estado. Michoacán es, por lo mismo, uno de los bastiones más poderosos, icónicos, del perredismo. Pero su simbolismo no termina ahí: es también el lugar de nacimiento del Presidente de la República, Felipe Calderón.

Más: la elección michoacana será la última antes de los comicios federales que renovarán la Presidencia de la República. Su ubicación geográfica lo convierte en un enclave estratégico para el desarrollo económico de México: ahí se asienta el puerto con mayor capacidad potencial para el movimiento de contenedores provenientes del Asia, en donde se ubicará la primera economía del mundo antes del 2030: China.

Ante esta problemática, se propuso el miércoles a los tres grandes partidos nacionales presentar un candidato único a la Gubernatura. La fórmula tendría, por tanto, que excluir las aspiraciones de cualquier militante para encontrar un perfil ciudadano que amalgamara los intereses de los tres partidos. La propuesta vino del Gobernador del Estado y, en principio, al menos en esa reunión, no fue rechazada por los presidentes del PAN, PRD y PRI.

¿Qué incentivos podrían tener los partidos para aceptar?

Sin duda, debería prevalecer el sentido histórico y la responsabilidad nacional. El poder de cártel de la familia Michoacana, su capacidad de fuego y sus alcances corruptores, pueden convertir a la elección en una pesadilla. Allende la violencia, podría presentarse un escenario peor: que sea el Cártel y no los partidos quienes realmente triunfen en las elecciones y gobierne lo que queda de las instituciones. Ese riesgo es real.

Este ejercicio enviaría un mensaje oxigenante a los ciudadanos de todo el país, justo antes de los comicios Presidenciales. Se subrayaría que hay la capacidad de atender la coyuntura, de actuar de manera conjunta y de enfrentar los desafíos desde el ángulo institucional aún ante desafíos enormes.

La acción implicaría la defensa a toda costa de la democracia, del régimen de libertades y del estado de derecho contra la lógica de la violencia.
Elevaría, también, la estatura de los dirigentes partidarios, de los funcionarios federales y del Gobernador. Involucraría, por último, de manera activa a la sociedad y movilizaría a la opinión pública en favor de la defensa de nuestro derecho a votar en libertad, a participar en política y a definir nuestro destino, más allá de las armas y más allá del dinero.

Acaso estaríamos comprando un seguro de vida para enfrentar, todos juntos, el año que se antoja fatídico, agobiante, terrible: 2012.
Puede ser que prevalezca el sentido de estado, el pragmatismo y la responsabilidad en la clase política. O puede, una vez más, triunfar el cortoplacismo, el interés de grupo, la política de la discordia. De esta resolución sabremos a qué atenernos el año entrante.

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