El desenlace
14/06/2006
Llega junio, mes previo a la elección, con el país confrontado, ahogado por el rencor. La sombra de la inestabilidad se eleva sobre la República. El complejo mosaico de intereses que ha rodeado a esta elección, la posibilidad real, tangible, de una segunda alternancia, ha disparado la conflictividad. Esta ha sido recibida por un gobierno que ya no gobierna. Está en campaña. En giras proselitistas. Más preocupado en entregar el poder a un correligionario que en evitar un choque de trenes.
“Pato cojo” es la expresión que usan los politólogos norteamericanos para designar a los presidentes que carecen de poder, que concluyen su periodo sin lograr articular ningún tipo de política relevante. México se desboca porque no hay firmeza y talento en la cúpula de gobierno. No hay que confundirnos, parafraseando a Yehezkei Dror: no es la sociedad mexicana la que se ha vuelto ingobernable: es el gobierno quien ha perdido la capacidad de gobernar.
EL gobierno de Vicente Fox no sólo no puede gobernar: se ha rehusado a hacerlo. No le interesa gobernar porque le importa más ganar la elección. La República se descompone mientras el Presidente se ocupa de asegurar un proyecto transexenal. Fox ha decidido ser un halcón electoral y un pato cojo político.
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