Fernando Vazquez Rigada

Fernando Vázquez Rigada

 

El lento proceso de vacunación no se mide en días: se mide en vidas.

Ese debe ser el centro de la discusión pública.

La opacidad con la que se ha manejado todo el proceso de la pandemia conlleva responsabilidades: legales, políticas e históricas muy serias.

Nadie sabe a ciencia cierta cuántas vacunas se han adquirido, ni cómo ni cuándo llegarán. Tampoco su costo.

Sí sabemos algo: esto va para largo. En vidas. Los datos son incuestionables. Llevamos 2.5 millones de vacunas aplicadas en dos meses. Se requiere vacunar a 88.7 millones de mexicanos. El déficit es brutal.

El mortal repunte de enero se repetirá en abril. No hay forma, bajo la lentitud desesperante de la vacunación, que Semana Santa llegue con una vasta mayoría inoculada. El resultado lo sabemos.

La aplicación de las poquísimas que han llegado, de manera absurda, se destinó a lugares apartados, no a los sitios de alto contagio por concentración humana. Además, existe la tentación de politizar su aplicación. Se impide a los sistemas estatales de salud aplicar las pocas vacunas que llegan cuando ellos, cada año, aplican millones: contra la influenza, contra el sarampión, en fin.

El amago de denunciar ante la ONU el acaparamiento por los países desarrollados, oculta una siniestra verdad: México no cuenta con vacunas suficientes. Pese a ser el décimo país con mayor población y el quinceavo en riqueza, carecemos de influencia alguna.

La verdad es que llegamos tarde y mal a la solicitud de suministro. Cuando la mayoría de países serios hicieron solicitudes en mayo, México la hizo en octubre.

Peor: muchos países poseen ya contratos multianuales, pues es posible que la cepa cambie año con año, como ocurre con la influenza. México no tiene ni para este año.

Por eso el país mendiga por el mundo, suplicando regalos o concesiones. Por eso caímos en las garras de Putin, o dependemos de la generosidad de India.

Nuestro vasallaje con Trump nos entrampó. Biden dijo que las vacunas serían para su población.

La apuesta del gobierno fue ilegal e inmoral.

Ilegal, pues hizo a un lado al Consejo Nacional de Salubridad.

Inmoral, pues apostó a la inmunidad de rebaño que ha costado 300 mil muertes y no ha funcionado.

Las vacunas no llegan. El circo, sí.

Pero permanece el dolor, el duelo, el desespero.

Urge una vacuna: el voto. Morena debe irse el 6 de junio.

No podemos esperar más.

@fvazquezrig

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